Hoy
14 de Noviembre
nuestro Instituto religioso
celebra el día del Carisma. Felicidades a tantas Hnas. que con su vida transparentan la Misericordia y la Consolación de Dios...
El sentido de pertenencia nace de la sensación de encontrarse a si mismo en un carisma, y señala —al
mismo tiempo— el comienzo del camino de identificación. Es una intuición aún
vaga al principio, pero que se hace cada vez más clara y precisa; viene del
Espíritu y provoca esa mezcla de calma y tensión, típica de quien encuentra
después de haber buscado pero que sabe que debe seguir aún buscando; suscita
atracción hacia el carisma porque éste es descubierto como la condición para
ser uno mismo, como una parte de si que espera ser realizada y que, una vez
realizada, dará el sentido de la plenitud interior y de la singularidad del
propio yo.
Y es precisamente de esta atracción de la que nace, lentamente, la
decisión de entregarse a tal proyecto. También a través de opciones precisas.
Como la de entrar a formar parte de una familia religiosa en la que este
carisma se expresa concretamente, incluso codificado como regla de vida,
visible en la existencia de otras muchas personas que también en él han reconocido
el proyecto pensado por Dios para ellas, confirmado por la Iglesia como lectura
auténtica de la palabra de Dios, rico en una historia y una tradición que
revelan su vitalidad. Pero todo esto: regla, otras personas, historia,
tradición,... es visto y sentido como algo a lo que se pertenece. Y nace,
entonces, el sentido de pertenencia también al instituto, a la comunidad concreta
de hombres o mujeres con la que el individuo comparte este don del Espíritu.
Sentido de pertenencia que no es, ni mucho menos, algo puramente sentimental,
como una sensación gratificante de estar bien juntos, entre personas que se
caen bien, para evitar la soledad o las preocupaciones responsabilizadoras de
la vida de fuera. Ni tampoco hay que confundirlo con un sentido de pertenencia
sectario-exclusivista, propio de quien tiene necesidad de apoyarse en el grupo
para tener una imagen positiva de si mismo, cerrándose en él; ni, por otra
parte, puede ser un sentido de pertenencia genérico-superficial, como si diese
lo mismo pertenecer a un instituto que a otro, o como si la propia elección se
debiera sólo a coincidencias fortuitas.
El verdadero sentido de pertenencia al instituto es el reflejo del sentido
de pertenencia al carisma, y es precisamente de este del que viene la capacidad
de amar a la comunidad tal como es, de sentirla como la propia nueva y
verdadera familia, de acoger a los hermanos con toda su carga de limitaciones y
debilidades, de dones y de achaques, decidiendo vivir juntos porque, más allá
de las diferencias y más fuerte que todas las miserias, está este proyecto
común, pensado por Dios y confiado a cada uno para el bien de muchos. Un
proyecto que —como hemos visto— viviendo en comunidad se define siempre mejor
y se puede apreciar en toda su riqueza. El carisma es como un virus, todos
dentro de la misma comunidad religiosa son sus «portadores»; no existen
expertos, en el sentido estricto del término, porque cada uno ha recibido el
mismo don del Espíritu y tiene el derecho-deber de dar su aportación
insustituible y original para profundizar en él y descubrir sus inagotables riquezas.
Y es precisamente a esta fuente natural, además —se sobrentiende— de a la
intuición originaria del fundador, a la que se hará siempre referencia para la
actualización del carisma. Consecuentemente, un instituto será tanto más actual y responderá ,mejor a la exigencias
históricas cuanto más vivo sea el sentido de pertenencia de sus miembros. Cuando
un religioso se consagra por la profesión de los votos, se confía al instituto
y el instituto se confía a él: de aquí se deriva una consecuencia importante:
cada uno se hace responsable del
crecimiento de cada hermano y de la
marcha del instituto en su conjunto. Sentido de pertenencia quiere decir
vivir esta responsabilidad para crecer juntos en la fidelidad al plan de Dios.
Imagen: Irene y Paula, Junioras del Instituto religioso Hnas. Ntra. de la Consolación.
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