sábado, 28 de septiembre de 2013

Tengo suerte, Señor, y lo sé


Tengo suerte, Señor, y lo sé. Tengo la suerte de conocerte, de conocer tus caminos, tu voluntad, tu Ley. La vida tiene sentido para mí, porque te conozco a ti, porque sé que este mundo difícil tiene una razón de ser, que hay una mano cariñosa que me sostiene, un corazón amigo que piensa en mí, y una presencia de eternidad día y noche dentro de mí. Conozco mi camino, porque te conozco a ti, y tú eres el Camino. El pensar en eso me hace caer en la cuenta de la suerte que tengo de conocerte y de vivir contigo.

Veo tal confusión a mi alrededor, Señor, tanta oscuridad y tanta duda y tal desorientación en la vida de gentes con las que trato, y en escritos que leo, que yo mismo a veces dudo y me confundo y me quedo ciego en la oscuridad de un mundo que no ve. La gente habla de sus vidas sin rumbo, de su falta de dirección, de seguridad, de certeza, de su sentirse a la deriva en un viaje que no sabe de dónde viene ni a dónde va, del vacío en su vida, de las sombras, de la nada. Todo eso me toca a mí de cerca, porque todo lo que sufre un hombre o una mujer lo sufro yo con solidaridad fraterna en la familia de la que tú eres Padre.

Mucha gente es en verdad “paja que arrebata el viento”, colgados tristemente de los caprichos de la brisa, de las exigencias de una sociedad competitiva, de las tormentas de sus propios deseos. Son incapaces de dirigir su propio curso y definir sus propias vidas. Tal es la enfermedad del hombre moderno y, según aprendo en tu Palabra, Señor, era también la enfermedad del hombre en la antigüedad cuando se escribió el primer Salmo. También aprendo allí el remedio que es tu palabra, tu voluntad, tu ley. La fe en ti es lo que da dirección y sentido y fuerza y firmeza. Sólo tú puedes dar tranquilidad al corazón del hombre, luz a su mente y dirección a sus pasos. Sólo tú puedes dar estabilidad en un mundo que se tambalea.

En ti encuentro las raíces que dan firmeza a mi vida. Tú me haces sentirme como “un árbol plantado al borde de las aguas”. Siento la corriente de tu gracia que me riega el alma y el cuerpo, hace florecer mi capacidad de pensar y de amar y convierte mis deseos en fruto cuando llega la estación y el sol de tu presencia bendice los campos que tú mismo has sembrado.

Necesito seguridad, Señor, en medio de este mundo amenazador en que vivo, y tu ley, que es tu voluntad y tu amor y tu presencia, es mi seguridad. Te doy gracias, Señor, como el árbol se las das al agua y a la tierra.

¡Que nunca “se marchiten mis hojas”, Señor!

(Carlos G.Vallés)
Imagen: Novicias y postulantes de la Congregación Hnas. de la Consolación

miércoles, 25 de septiembre de 2013

¿Vocación?



¿Qué entendemos por vocación y cómo identificarla?

Nadie viene a este mundo sin una vocación.  Más que una opción que se puede o no considerar, es la condición de posibilidad de una vida realizada. “La vocación es el pensamiento providente del Creador sobre cada criatura, es su idea-proyecto, como un sueño que está en el corazón de Dios, porque ama vivamente la criatura. Dios-Padre lo quiere distinto y específico para cada viviente” (Nuevas vocaciones para una nueva Europa, 13).

Identificarse con la propia vocación es una de las tareas más importantes en la vida de las personas. Se necesita para ello atención a los indicadores que pueden conducir a su descubrimiento, desarrollo y realización.  Se trata de algo dinámico, que no es ni independiente ni ajeno al propio esfuerzo por buscar la propia vocación.

La búsqueda vocacional legítima, comienza a 360º. Mirando todas las posibilidades que a uno se le plantean en la vida, mirando también al interior de uno mismo, en la propia conciencia, donde se disciernen los afectos y sentimientos, y desde donde se toman las decisiones que van marcando las opciones en la vida.

Nada de esto tiene que ver, por tanto, con el reclutamiento, las campañas de adhesión, las promesas de ventajas, la contratación, etc. La vocación no puede ser más que la decisión mutua por Dios que llama y propone y quien acepta la propuesta y la hace suya como respuesta de amor a quien primero pensó en él con amor.

Llegar a descubrir – no sin esfuerzo – la propia vocación, y seguirla con libertad y entrega generosa, cuenta con ayudas externas e internas que pueden mejorar – nunca sustituir – la tarea del discernimiento vocacional.

Vivir en grupo esta experiencia puede ser de gran ayuda. Quien desea encontrar su vocación, porque se siente llamado por Dios a vivir desde los valores del Evangelio su vida, se une a otros con el mismo deseo. Cada uno buscará lo que Dios le propone en su vida, escuchando la Palabra de Dios, meditándola, acogiéndola, mirando a su alrededor para identificar en qué lugar quiere Dios que viva su vida y cómo.

Una vez que se va discerniendo, acompañados, la propia vocación, se buscan experiencias que permitan profundizar las intuiciones vocacionales primeras, como respuesta concreta a las inquietudes vocacionales que van apareciendo: grupo de oración, grupo de fe, compromiso apostólico, voluntariado, experiencia de comunidad,…

Cada uno va realizando su camino de búsqueda sincera, de discernimiento vocacional y de acompañamiento espiritual.

La identificación con la vocación propia, la respuesta que cada uno ofrece a la llamada de Dios, lo sitúa en el camino correcto de vivencia en plenitud de su propia vida.
Tomado: http://sersalesiano.com

 

 

 

lunes, 23 de septiembre de 2013

LOS INCONTABLES


No cuentan las mujeres ni los niños,
no cuentan quienes vagan marginados,
no cuenta quien es pobre o está enfermo,
no cuenta quien está crucificado.

No cuentan quienes no tienen trabajo,
ni tampoco quien sufre una adicción
o quien habla otro idioma en tierra extraña,
no cuenta quien es de otro color.

MAS… PARA TI
SON QUIENES CUENTAN,
SON QUIENES CANTAN LA GLORIA DE DIOS,
SON TU ROSTRO, SEÑOR CRUCIFICADO,
SON TU ROSTRO, SEÑOR RESUCITADO (2)
ERES TÚ.

Ni los niños soldados tienen nombre,
ni las niñas que están esclavizadas
no existen quienes hoy mueren de hambre,
y se ignora a quienes sufren soledad.
No contaron las mujeres ni los niños
y hoy siguen sin contar los más pequeños.
Que haga mío el dolor de mis hermanos
y comparta, en justicia, el pan con ellos.

sábado, 21 de septiembre de 2013

No olvides que te espero


Regreso a casa caminando, hoy es de esos días que necesito oxigenarme,  mi pensamiento va ocupado, en parte, por todo lo vivido con los alumnos, y con cada una de las personas que esta mañana el Señor me ha puesto en contacto...A veces, creo llevar el peso del mundo y de "mi mundo interior" yo sola...Y nuevamente, el Señor me hace ver con muchos signos, que; sólo desde mi confianza en Él puedo Avanzar, sólo desde la paciencia sé puede ver más allá de la fe...
El Señor nos espera, sólo es cuestión de responder. ¿Tú que crees?
 
No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío.
Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos,
 no te anegarán.
Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador”. (Isaías 43)
 
 
 
 
 

martes, 17 de septiembre de 2013

La misericordia



En los primeros compases del pontificado del Papa Francisco nos habló de un libro que algunos ya habíamos leído (W. Kasper, La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana, ST, Santander 2012), en el que se nos ilustra la importancia de la misericordia para nuestra vida de creyentes, especialmente en este siglo XXI.

Después de un recorrido por los escritos de los últimos tres papas, concluye el cardenal Kasper: «Así pues, tres papas de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del siglo XXI nos han propuesto el tema de la misericordia. Verdaderamente, no se trata de un tema secundario, sino de un tema fundamental del Antiguo y del Nuevo Testamento, de un tema fundamental para el siglo XXI como respuesta a los “signos de los tiempos”». ¿Qué es la misericordia? En otro pasaje del libro el cardenal Kasper nos dice que la misericordia en su sentido originario apunta a un «corazón compasivo […] denota la actitud de quien trasciende el egoísmo y el egocentrismo y no tiene el corazón cabe a sí mismo, sino cabe a los demás, en especial junto a los pobres y afligidos por toda clase de miserias. La literatura al respecto podría seguir añadiéndonos cosas, aportando datos, pero nosotros encontramos en el evangelio de Lucas y en las lecturas que lo preceden y nos ofrece la liturgia de este Domingo pasado un pequeño tratado sobre dicha virtud universal.

En el libro del Éxodo se nos presenta a un pueblo idólatra que ha encendido la ira de Dios. Dios entra en diálogo con Moisés para que siendo consciente de ello pueda reconvenir y reconducir al pueblo a la fe verdadera. Moisés una vez más hace de intermediario, de profeta, de interlocutor entre Dios y el pueblo y le recuerda las «magnalia Dios» (las cosas grandes, los prodigios que Dios ha hecho por pueblo), lo que es suficiente para que cambie de actitud y se «arrepienta». En la segunda lectura, tomada de primera a Timoteo, Pablo expone lo que es la misericordia ya realizada en él. Pablo nos recuerda brevemente lo que ha sido su vida (blasfemo, perseguidor,insolente) y cómo Dios tuvo compasión de él y derrochó su gracia para convertirle en Apóstol y creyente. A las luz de estas dos lecturas se me ocurre que cada uno de nosotros podemos hacer un pequeño examen de conciencia de cómo vivimos en primera persona dicha misericordia y compasión, tanto en lo personal (haciendo lectura creyente de nuestra vida), como en nuestra vida de fe y trabajo pastoral, es decir, en cuanto apóstoles que hacemos de intermediarios para que la misericordia y la compasión fluyan hacia nuestros destinatarios. El Evangelio nos presenta un «tratadito» de la misericordia (oveja perdida, moneda perdida, el hijo pródigo). Yo creo que aquí no cabe añadir mucho a lo que señalaba en la motivación.Estamos ante una de las páginas más bellas de la literatura universal, como se ha dicho de muy diversas maneras.

José Luis Guzón, sdb

viernes, 13 de septiembre de 2013

Tu estas Aquí

AUNQUE MIS OJOS NO TE PUEDEN VER
TE PUEDO SENTIR SE QUE ESTAS AQUI
AUNQUE MIS MANOS NO PUEDEN TOCAR
TU ROSTRO SEÑOR SE QUE ESTAS AQUI


 MI CORAZÓN PUEDE SENTIR TU PRESENCIA
TU ESTAS AQUI
PUEDE SENTIR TU MAJESTAD
TU ESTAS AQUI


MI CORAZON PUEDE MIRAR TU HERMOSURA
TU ESTAS AQUI
PUEDO SENTIR TU GRAN AMOR
TU ESTAS AQUI

AUNQUE MIS JOS NO TE PUEDEN VER
TE PUEDO SENTIR SE QUE ESTAS AQUI
AUNQUE MIS MANOS NO PUEDEN TOCAR
TU ROSTRO SEÑOR SE QUE ESTAS AQUI


martes, 10 de septiembre de 2013

Votos perpetuos, por toda mi vida



El Sábado 7 de septiembre, a las cinco de la tarde, vivimos uno de esos momentos en la historia que sólo pueden calificarse como extraordinarios. Extraordinarios no solo porque Virginia Barea y Mª Carmen Alfonso, dos hermanas jóvenes, digan al Señor; "Si para toda la vida" sino porque prometen fidelidad al Señor hoy para cumplirlo mañana, cuando los sentimientos pueden ser distintos de los que abrigan en la actualidad. Por eso prometer implica siempre riesgo, y a la vez ese riesgo constituye grandeza del que sabe prometer y cumplir lo prometido. Prometer supone estar siempre por encima de los avatares del tiempo y sobrevolarlos con soberanía de espíritu.

      Hacer  a Dios por todo el tiempo de sus vidas, los votos de castidad, pobreza y obediencia, según las Constituciones de la Congregación, no es otra cosa que vivir como Jesús vivió, es configurarse de tal modo con Cristo que uno no sepa dónde empieza Él y donde acabas tu...Decimos que "no es otra cosa", como si fuese tan fácil el vivir la vida que Jesús vivió que no necesitase de nuestra parte ese "humilde y perseverante esfuerzo por fijar en El la mente y el corazón..."

     "Atraída por la fuerza del Amor de Cristo, prometo seguirle en comunión fraterna con mis hermanas..." Sólo desde la fuerza del Amor de Cristo nuestra vida tiene un sentido de plenitud, un sabor a entrega generosa y eterna, llueva o salga el sol, sólo se puede ser fiel cuando no se convierte en aguantar sino en crear todos los días aquello que uno prometió un día.
 
 

viernes, 6 de septiembre de 2013

Bajo la chimenea

A los jóvenes que venían a su escuela por primera vez, Rabí Bunam les contaba la historia de Rabí Ezequías, hijo de Rabí Jekel de Cracovia.
Después de pasar años y años en medio de la pobreza y la miseria que, sin embargo no le hicieron perder la confianza en Dios, un día recibió en sueños la orden de ir a Praga para buscar un tesoro bajo el puente que conduce al palacio real. Al principio no le hizo caso, pero cuando el sueño se repitió por tercera vez, Ezequías se puso en camino y llegó a pie a Praga. Pero el puente estaba vigilado día y noche por centinelas que hacían guardia y él no se atrevió a ponerse a excavar en el sitio indicado. No obstante, volvía al puente todas las mañanas, dado vueltas a su alrededor hasta la noche.
Por fin un día, el capitán de la guardia real, que había notado su continuo ir y venir en torno al puente,se le acercó y le preguntó si había perdido algo o esperaba a alguien.Ezequías le contó el sueño que lo había llevado hasta allí desde su lejano país. El Capitán estalló en carcajadas: - Pero infeliz, ¿por hacer caso de un sueño has venido andando desde tan lejos y estás aquí perdiendo el tiempo? Estás fresco si te fías de los sueños!! Entonces también yo debería haberme puesto en camino y llegar hasta Cracovia, a casa de un judío, un tal Ezequías, hijo de Jekel, para buscar un tesoro que tiene bajo su chimenea...Ya ves, me vería dando vueltas por toda Cracovia, llamando a todas las puertas y poniendo patas arriba todas las casas en una ciudad donde la mitad de los judíos se llaman Ezequías y la otra mitad Jekel!! Y se echó a reír de nuevo. Ezequías lo despidió muy cortésmente y volvió a su casa lo más rápido que pudo...buscó bajo la
chimenea y encontró el Tesoro, lo desenterró y con él construyo la sinagoga del pueblo...
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Y nosotros dónde buscamos nuestros "Tesoros" ?? Parémonos a pensar, pues, quizá, estemos recorriendo cientos de kilómetros en busca de algo que tenemos muy cerquita... en el interior de nuestra propia casa, bajo la chimenea... en nuestro interior.
Si os sirve de ánimo en la búsqueda de vuestro Tesoro, esta noche intentaré soñar con el Tesoro que
lleváis cada uno de vosotros... ya que parece que los sueños...a veces, se cumplen.
 
 
 
 
 
 

lunes, 2 de septiembre de 2013

Ese lugar adentro


Me vivo, a veces, con cierta insatisfacción y nostalgia de una vida más honda y más expuesta. Van pasando los días y el «hoy empiezo...» se va postergando ante los trajines cotidianos y los reclamos del mundo virtual. Aún así, en algún momento del día, siento ese anhelo de volver a la «cueva del corazón», a ese lugar desde el que recibirme y disponerme con benevolencia hacia la vida, hacia cada rostro. Un espacio adentro en el que me experimento receptiva, sin miedo, sin amenazas y donde hay mucho amor.
Necesito despertar esa vida que se esconde detrás de la vida, cultivarla, asentarla en mí. Recuperar ese centro interior desde el que la realidad se ve con otra luz y donde cada día se encuentran motivos para agradecer. Sofía lo llamaba el lugar de la vida interior y decía que era muy importante para nosotras: descubrirla, sentir que crece, ofrecerla a otros. Esa vida profunda que es nuestro secreto.
La mayoría de las veces me vivo dispersa y siento que así no puedo darme bien, y me pierdo lo mejor: su Bendición a través de todas las cosas. Necesito recuperar silencio, un silencio que no es evasión sino agrupamiento de nosotras mismas al abrigo de Dios. Porque dicen que, así como es el fondo el que da color a todo el estanque, es nuestra hondura la que da color a todo nuestro vivir.

Esta oración que encontré me ayuda y me pone en «ese lugar »
 
«Amor que todo lo abraza.
Tú eres el equilibrio de mi vida.
 
Cuando me incline demasiado hacia el mundo exterior,
atráeme de nuevo al silencio y a la soledad.
 
Cuando me aferre con demasiada fuerza a mi mundo interior,
impúlsame a compartir lo que tú me has dado.
Muéveme siempre en la dirección del crecimiento». (Joyce Rupp)
Mariola López