Buscar y encontrar



      Cuando descubro en la entraña de mi vida, siempre presente –aunque no siempre experimentado y sentido- ese Amor de Dios que me levanta de mis caídas, me dignifica y me libera de mis esclavitudes, me da la vida cuando transito por senderos de muerte y sufrimiento –aunque no me los ahorre-,... entonces, algo resuena en lo más profundo de mí. Intento, por todos los medios buscar más y más esa sintonía que me aporta la armonía necesaria para que todos (¡todos!) los acontecimientos de mi historia (pasados, presentes y futuros) compongan una sinfonía afinada, única e irrepetible. De repente, me va sucediendo algo extraño: mis gustos y prioridades se van pareciendo cada vez más a los gustos y prioridades de Jesús. Aquello que me ocupa el tiempo y las ganas, que me entusiasma y me apasiona,.. dejan de ser entretenimientos vacíos o centrados en mí, por muy buenos que puedan ser.

Todo comienza a tomar un tono de promesa, de dicha, de compromiso progresivo,.. Parece una locura. Cada persona deja de serme ajena y pasa a ser secundario lo que yo recibo de otros. Lo mío es DAR y DARME.

Me preocupa el dolor de otros y su pobreza y comienzo a vislumbrar mi camino unido al servicio gratuito, a la búsqueda del Amor que me habita,...Comprometo momentos, actividades,...

¡Parece, a los ojos de otros, que mi ‘chip’ se ha trastornado! ¡Vuela mi vida y mi alma! Necesita aligerarse de cosas hasta ahora impresicindibles, pero que se tornan secundarias. No quiero ni puedo volver atrás: cuidar a otros, servir a otros, apostar por los más desprotegidos, aunque me comporte problemas y sinsabores, me llena de sentido.

Cada día mi corazón se ratifica más en este sendero, aun con sombras nada cómodas, que me hacen dudar. Pero hay algo (¡Alguien!) en lo más hondo que ya no me es indiferente.  La Palabra se me va abriendo en su sentido más profundo y experimento que ELLA ESTÁ DICHA PARA MÍ.

Llega un momento, el decisivo,.. No hay otra salida: ¡Tengo que continuar por aquí! Y ello me demanda dar un salto cualitativo. A partir de ahora ya no pueden ser sólo momentos, circunstancias,... Es toda mi vida: para CRISTO, sólo para Él y como Él. Llega el momento sin vuelta atrás. Hay que quemar las naves. Y eso me da un terrible miedo. He de quemar mis seguridades. ¡Si siempre me han dicho que era necesario tenerlas! ¡Y a mí me resulta tan cómodo controlar cada minuto, cada resultado,..! Es el momento de escuchar también las palabras de tantos que no entenderán mi camino, los más cercanos sobre todo. ¡Tan queridos para mí!

Nadie podrá empujarme. Nadie podrá responder por mí. Elegir es el momento de la soledad creadora más humana.

 
Dios me llama y yo elijo responder. Así de sencillo. En ese torbellino embriagador, casi cegador, en el que sólo Él basta, me espera su mirada y el humilde gesto de la respuesta: QUIERO SEGUIRTE.

Con la alegría de quien se sabe regalado con el don del seguimiento.

Con la certeza de quien encuentra en una familia carismática su lugar en el puzzle de nuestra Iglesia, comunidad visible del amor de Dios. Instrumentos de su misericordia y Consolación,... Amén.

A estas alturas sólo me queda agradecer tantos signos en el camino, tantas personas que me han escuchado y orientado.

Contigo, Señor, como Tú, hasta el final.

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