lunes, 29 de octubre de 2012

¿Vocación yo?



       “VOCACIÓN”… esa palabra que en ocasiones nos confunde, muchas veces nos atrae y otras incluso nos abruma, queriendo eliminarla de nuestro vocabulario para no complicarnos la vida. Pero, ¿quién querría eliminar la posibilidad de alcanzar su sueño? Sí; para hablar de vocación, hablemos de SUEÑO.

Dios nos ha creado, nos ha amado y nos ha elegido primero (Jn. 15, 16). Cuando amas verdaderamente a alguien, sueñas con algo bueno, algo maravilloso para esa persona. Ése es el deseo, la Voluntad de Dios: que lleguemos a vivir junto a Él lo que ha soñado para cada uno de nosotros.

Y así, el Señor nos llama, nos sueña,… Esa llamada es la vocación. Por tanto, podemos decir que nuestra vocación será aquélla que, viviéndola, haga que podamos disfrutar del amor del Padre y amarlo con todas nuestras limitadas fuerzas, es decir, llevar a su plenitud ese Amor. De esta forma, viviremos la vida a la que hemos sido llamados, encontrando así nuestro sitio y el sentido de nuestra existencia,  de todo cuanto vivamos.

Lo importante para Dios no es ya todo lo bueno que hagamos, las actividades que realicemos, el tiempo invertido,… sino lo que somos (no es lo mismo hacer que ser). No se trata de la productividad, sino de vivirlo todo desde el lugar y la vocación a la que has sido llamado incluso “antes de formarte en el vientre de tu madre” (Jr. 1, 5).

Por eso, cada persona está llamada a responderle en una vocación concreta… ¿Te has preguntado cuál es la tuya?

 

sábado, 20 de octubre de 2012

"También vosotros daréis testimonio"



Aqui teneis el el video promocional del Congreso Nacional de Pastoral Juvenil que se hará en Valencia, los días del 1 al 4 de Noviembre 2012. Los jóvenes expresan en que creen y en que no puede creer. Disfrutarlo!!!

jueves, 11 de octubre de 2012

¿HAY UN LUGAR “HECHO PARA MÍ”? Las distintas vocaciones.



Cuando has descubierto que el Señor te está llamando a vivir en plenitud y cuando experimentas esas ganas de responder a su Voluntad, necesitas encontrar el sitio que te ha preparado. Sólo tienes que intentar identificarte en el mundo, soñarte amando a Dios en el hermano, teniendo claro que tienes una misión que te ha sido confiada: AMAR A DIOS, AMAR AL PRÓJIMO. Pero, ¿cómo llevar a cabo esta misión?

Aquí te mostramos una referencia de las distintas vocaciones de la Iglesia. Como verás, hemos desarrollado algo más la vocación a la vida consagrada porque es aquella que conocemos de “primera mano”.

 

LA VIDA CONSAGRADA


Esta opción tiene como fundamento el seguimiento radical de Jesucristo. Consiste en que el Amor al que quieres responder te impulsa a desear identificarte con Él por completo. Queremos prolongar en la historia el modo de vivir de Jesucristo.

Está claro que no puedes vivir en la misma época, historia, contexto (¡han pasado más de dos mil años!)…, pero sí que es posible intentar vivir como Él lo haría en nuestro tiempo, contexto y situación concreta. De acuerdo, no es fácil. Tal vez no consigamos alcanzar por completo el Ideal al que aspiramos, pero estamos en camino siempre y nuestros ojos están puestos en Él. Cristo es el centro de nuestra vida y hacia Él caminamos teniéndolo como Modelo. Este deseo te abre a un estilo de vida diferente, contracorriente, renunciando a algunas cosas que, sin dejar de ser buenas, no responden a lo que queremos convertir en el centro de nuestra vida: esa entrega total a Dios y a los hermanos, pilares donde nosotras descubrimos nuestra riqueza.

“La aportación específica que los consagrados/as ofrecen a la evangelización está en el testimonio de una vida totalmente entregada a Dios y a los hermanos… hacen visible, en su consagración y total entrega, la presencia amorosa y salvadora de Cristo… Cuanto más se vive de Cristo, tanto mejor se le puede servir en los demás, llegando hasta las avanzadillas de la misión y aceptando los mayores riesgos” (Vida Consagrada, nº 76)

Todo esto sólo es posible cuando te enamoras de tal manera de ese Alguien que sólo quieres vivir lo que Él vive, amar lo que Él y como Él ama, entregarte como Él lo sigue haciendo. Ésa es la locura de quien se enamora, ¿no?

Dentro de este estado de vida consagrada podemos diferenciar entre:

-          La vida contemplativa, cuya finalidad es permanecer junto al Señor en la oración, orientando su vida a la contemplación y a presentarle las necesidades de nuestro mundo.

-          La vida activa o apostólica. Éste es el estilo de vida de las Hermanas de la Consolación. Se trata de una entrega total a Dios a través de la oración, como fundamento en el que se sustentará nuestra acción, y a través del apostolado, donde perseguimos “atender a los profundos desconsuelos del hombre”. Todo ello viviendo en comunidad fraterna.

Esta vocación se vive a través de los votos de castidad, pobreza y obediencia. Además, no es algo general, sin “forma”, etéreo, sino que se concreta en un Carisma. Para nosotras, el carisma de la Consolación es el regalo del Espíritu, que nos impulsa y orienta nuestras acciones para vivir este sueño de Dios, abrazando esa entrega libremente para convertirnos en instrumentos de  su Consolación.
 
Además, existen otras formas de consagración como los Institutos de vida consagrada o las vírgenes consagradas que tienen otros matices.

SACERDOCIO


      Ésta es una vocación cuya finalidad es el servicio en la comunidad y para la comunidad. Su tarea, por tanto, es servir en nombre y en representación de Cristo en la comunidad (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 159)

Esta tarea se concreta en el anuncio de la Palabra de Dios, presidir las celebraciones litúrgicas y el gobierno de la comunidad.

El sacerdote quiere ser, con su servicio, el representante de Cristo en la tierra.

           VIDA LAICAL


Hay muchas personas cuya vocación está en un estilo de vida comprometido con la Iglesia, viviendo en este mundo desde Dios.

El laico/a vive la misión que el Señor le encomienda como sal y luz del mundo: su tarea tiene gran relevancia, ya sea a través del matrimonio, formando una familia cristiana o a través de un estilo de vida comprometido con las necesidades del mundo que le rodea, sin olvidar nunca que debe alimentarse constantemente de Dios, en un encuentro cada vez más personal con Él,  para que realmente viva este estado de vida como verdadera vocación.


 

martes, 9 de octubre de 2012

DISCERNIMIENTO: ¿CÓMO DESCUBRIR MI CAMINO?


El primer paso para ello es querer conocer decididamente la Voluntad de Dios y vivir lo que Él ha preparado para ti. Cuando esto ocurre en el interior de una persona, ésta siente la necesidad de encontrar y descubrir “su sitio”.

Por eso, toda persona necesita realizar un discernimiento para elegir correctamente y así vivir ese estado de vida como verdadera vocación, no como algo que hace porque es lo que todo el mundo hace o porque le llama la atención.

Deben estar claras las motivaciones y para eso se necesita preguntarse a uno mismo/a, orarlo con Dios y escuchar lo que Él nos tiene que decir (que es mucho), y dejarnos acompañar por una persona que nos ayude a ir descubriendo las ‘señales’ de Dios en nuestra vida, que nos van a orientar poco a poco a descubrir y vivir nuestra propia vocación.

Discernir implica: observar bien la realidad, las posibles opciones, sopesar las circunstancias, analizarlas con cuidado, dejándose ayudar, y cuando ya entreveamos nuestra decisión con la suficiente serenidad y a la luz de la Palabra… arriesgarse.

Hay que conocerse y, sobre todo, conocerle, para después ir hacia donde Él nos invite sin echar la vista atrás. La elección comporta riesgo, pero no ceguera. Por eso es importante ver claro (que no es igual que buscar seguridades absolutas porque esto te llevaría a una indecisión continua) y ver el fundamento que te dé luz. A eso, precisamente, te ayuda el discernimiento.

Entonces… “¿qué hago?, ¿cómo empiezo?”

Pues si crees que es el momento de tomar las riendas de tu vida, dejándote guiar por Dios… es tu momento, es momento de discernir.

-          Respira, ante todo, respira.

-          Escucha atentamente esa inquietud que tienes desde hace algún tiempo y la necesidad de encontrar tu sitio, de tomar en tus manos el Proyecto de Dios.

-          Busca a alguien que pueda acompañarte: alguien en quien confíes, cuya vida sea coherente para ti y de quien sepas que sólo quiere que seas feliz, que encuentres tu sitio. Esa persona te orientará en la oración y en las lecturas que pueden darte luz y, sobre todo, estará contigo escuchándote, simplemente, para que todo lo que viene del Espíritu (y que tú incluso ni lo sabías) salga de tu boca, distinguiendo entre lo que puede ser Su Voz y esas “cosas tuyas” o ruidos del ambiente que a veces te confunden.

Este acompañamiento te aclarará muchas cosas, pero no creas que tu acompañante te va a decir lo que debes hacer… Sólo te ayudará a que tú mismo/a lo descubras delante de Dios, mirando a Jesucristo.

Aunque la vocación se continúa descubriendo y discerniendo cada día, el discernimiento tiene un objetivo concreto y dura un tiempo determinado. No se puede acelerar ni alargar eternamente. Una vez realizado hay que dar el salto, arriesgarse sin saber exactamente lo que después de tomar nuestra opción nos espera, pero con la confianza de que es ahí hacia donde tienes que orientar tu vida entera. Confía: no estás solo/a.

Coge impulso y… ¡adelante!