“Reaviva el carisma que hay en ti”
(2
Tim 1,6)
¡Cuántos regalos hemos recibido en nuestra vida!
¡Cuántos regalos hemos hecho!... Algunos son materiales, nos los ofrecen en un
día significativo: cumpleaños, santo, aniversario, reyes... Cuando estos
regalos llegan a nuestras manos ya han vivido muchos momentos intensos, han
sido pensados, buscados con ilusión, preparados, adornados... pero sobre todo
han sido “mimados” porque a través de ellos reflejamos el amor que tenemos a la persona a la que vamos a hacerle
el regalo. Cuando lo entregamos esperamos cualquier gesto que exprese la
ilusión, la sorpresa, la alegría de la persona que recibe nuestro regalo.
Observamos su cara, sus manos, sus gestos..., todo lo que nos pueda decir que
le agrada nuestro obsequio y todo lo que pueda hacernos ver que también ella
descubre en ese regalo nuestro amor.
Hay
otros regalos que no son materiales y que se nos ofrecen cada día: la vida, la
fe, la amistad, la paz, la vocación, una sonrisa, una oración, un saludo, un
detalle cariñoso... tantas y tantas cosas que se nos regalan y que podemos
regalar. Quizá muchas veces no somos conscientes, pero también esperamos con
ilusión estos regalos y notamos su ausencia cuando algo los oculta, o los empaña
un poco.
Durante siglos, desde la creación, Dios ha estado
haciendo regalos a los hombres... un día deseó hacerle un gran regalo a una
mujer, ella le había buscado desde que era niña, había querido recibirle en su
casa y había luchado para que incluso le adelantaran este día, la fecha de su
comunión, después le había entregado la vida, consagrándose a El, todo lo que
hacía y vivía se lo regalaba a Dios y a los hombres, ella misma repetía: “Todo
para gloria de Dios y bien de los hombres...”. Dios preparó con ilusión su
regalo, el conocía el modo de hacerla feliz, porque sabía que a Mª Rosa Molas
tenía que regalarle algo que pudiera ser para los demás y que además fuera
universal, estaba seguro de que no se quedaría con su regalo y se lo daría a
los hombres; sabía también que no podía ser algo material porque Mª Rosa vivía
con lo estrictamente necesario, dicen de ella que no se permitía nada superfluo
ni en su uso ni en su obsequio, por lo tanto debía buscar algo profundo y Dios
pensó que el mejor regalo que podía ofrecerle era un carisma, un don al
servicio de la Iglesia
a la que ella amaba profundamente. Dios se sintió muy contento con su regalo y
empezó a pensar cuál sería ese carisma...
Pensó que lo que más necesitaban los hombres era alguien
que les hablara al corazón, que tuviera misericordia de ellos, que pudiera
comunicar su ternura... Entonces decidió que su regalo sería el carisma de
CONSOLAR, el mismo había dicho por medio de su profeta “Consolad, consolad a mi
pueblo, hablad al corazón del hombre”(Is 40,1)... buscó el momento oportuno y
depositó su regalo en una caja especial, en el interior de Mª Rosa, no era un
regalo que iba a abrir en un momento sino que lo iría descubriendo poco a poco,
cuando sintiera la fuerza interior que la movía, cuando pediría ser Hija de la Iglesia , cuando sus gestos
y sus palabras hablaran al corazón del hombre, cuando se asociara al sacrificio
de Cristo... en todos esos momentos Dios seguía contemplando los gestos y las
manos de Mª Rosa que recibían con ilusión cada día el regalo de Dios.
Como Dios suponía la Madre , como ahora la llamaban los hombres, no
podía quedarse el regalo para ella y lo fue entregando primero a sus Hijas,
después a los que vivían en la
Casa de Misericordia, en los pueblos donde iban abriendo casa
y obras apostólicas... y el regalo siguió vivo más allá de su muerte y el
regalo sigue vive hoy entre nosotros.
Cada uno desde esa perspectiva concreta vivimos el
carisma de la
Consolación. Pobres , enfermos, niños, encarcelados... pero
esto no es suficiente, la fina intuición de la Madre , el amor, yo diría la pasión que siente por
el hombre, no pueden conformarse necesita ir más allá, necesita ser universal,
cualquier necesitado es sujeto de amor, cualquier necesitado tiene que ser
consolado, no hay límites. La consolación, amor misericordioso de Dios al
hombre, no puede tener límites, dice Pablo que la caridad es paciente, es
servicial, no busca su interés, no se
irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra con la injusticia, se alegra con
la verdad, todo lo cree, todo lo excusa, todo lo espera, todo lo soporta...
Esto es lo que vivió la Madre
y el regalo que nos hizo, todos los que estamos aquí, portadores del Carisma de
la Madre ,
estamos llamados a consolar a cualquier otro necesitado, ¿nos hemos parado a
pensar cuántos necesitados hay en nuestra familia, en nuestro colegio, en
nuestro barrio?. Estamos llamados a ser Consolación en el aquí y en el ahora de
nuestra vida y de nuestro mundo.
Nuestro
regalo es universal, y por él lo que nosotros vivamos hoy, aquí y ahora, pasa a
formar parte del carisma, enriquece la vida de nuestros hijos, amigos,
compañeros y también la vida de toda la Iglesia y de toda la Congregación. Es
este el sentido profundo del carisma que Dios nos ha regalado y que estamos
llamados a reavivar.
-“Consolad, consolad a mi pueblo, dice
vuestro Dios” (Is. 40, 1).
-“Como un niño a quien su madre consuela
así os consolaré yo...” (Is. 66,13)
-“Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor
Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, que nos
consuela en toda tribulación nuestra para poder consolar a los que están en
toda tribulación mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por
Dios” (2 Cor 1, 3-4).
-“Todo para gloria de Dios y bien de los
hombres, nada para nosotras”
-“Quien ha llegado a probar cuán dulce es
Dios no puede dejar tan suave ejercicio”.
-“Abandonémonos en manos del Señor como un
niño en brazos de su madre”.
-“En el calvario, a los pies de Cristo, se
halla todo consuelo y alivio”.
-“Nada hay más hermoso en la tierra que las
obras del Creador”.
Esta
es la esencia del Carisma de Consolar, Dios mismo que consuela al hombre a
través de la Palabra ,
a través de su Palabra, y Dios que consuela al mundo a través de una mujer
elegida como instrumento de misericordia y consolación. Ella, Mª Rosa Molas,
nos invita hoy a seguir sus huellas, a ser hombres y mujeres que acogemos en
nuestras vidas al Dios consolador para llevarlo a nuestras familias, a nuestra
comunidad educativa, a nuestro trabajo, a nuestra diversión, a nuestras
circunstancias personales...
Hemos
ido desenvolviendo nuestro regalo, profundizando hasta encontrar la piedra
preciosa, os invito a que cerremos por un momento nuestros ojos... a
imaginarnos que somos como esa caja... quizás un poco pobre, de cartón, pero en
nuestro interior hay algo que da sentido auténtico a nuestra vida, ahí en lo
más íntimo de nosotros, donde nadie puede acceder, está Dios, ahí en ese lugar
que sólo Él conoce ha sembrado en nosotros
el carisma de Consolar y nos invita a hacerlo crecer, nos dice: consuela tú al
corazón del hombre. Es una misión muy importante, es ser instrumentos para que
Dios a través de nuestra vida pueda ser el Dios Consolador. Damos gracias a
Dios por este regalo y terminamos nuestro encuentro, cantando el Himno de la Madre , nos ponemos de pie,
gesto con el que expresamos que queremos reavivar el carisma que hay en
nosotros y desde él ser regalo para nuestros hermanos.
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