Dios te llama

En esta afirmación hay convicciones muy profundas que elegimos como BRÚJULA de nuestra vida.

La primera es ésta: Dios no es un ente abstracto, sobre el que podemos o no estar de acuerdo. Dios es ALGUIEN que se empeña en entrar  en una relación personal con cada hombre y mujer, en el santuario íntimo de su ser, en su conciencia. Allí, en lo profundo, Dios nos conduce hacia lo bello, lo bueno, lo verdadero. Dios no sólo pone ante nosotros el camino del bien (Dt. 30, 15-16) y nos promete la dicha siguiendo este sendero. Va más allá. ¡¡¡NOS AMA TANTO!!! (Rom. 5,5) Somos HIJOS SUYOS. Ése es su modo de relacionarse con nosotros. Dios es un Padre que nos ama y derrama en nuestros corazones ese amor sin medida (Rom. 8, 14-16).

La segunda convicción está relacionada con la anterior: TE LLAMA, porque cuando descubres ese amor sin medida, no puedes hacer otra cosa que ofrecerlo a otros gratuitamente, como Él nos lo regala. Es la llamada que nos hace en Jesús: “Amaos unos a otros como yo os he amado” (Jn. 15,12)

No un amor de cualquier modo, no a la ligera, no para manipular o poseer a otros a cambio de lo que damos. Amar como Él, es un camino que se aprende poco a poco. Amar como Él es la vida que va surgiendo en nuestros gestos, palabras, silencios, si nos dejamos transformar por su Palabra.

No hay duda, ni temor, ni lugar a confusiones: Dios te llama, porque su amor se convierte en provocación, llamada, urgencia de respuesta, ¿o no?