En
este tiempo de crisis, de baja estima de la fidelidad, ¿cómo nos atrevemos a
proponer un camino de seguimiento a Jesucristo hasta el final? (¡¡!!)
Hace
ya algunos años, cuando le compartí a una compañera de estudios que me disponía
a hacer los votos perpetuos, lo primero que me preguntó, algo preocupada, fue
si luego yo podría libremente dejar ese camino que con tanta alegría ella me
veía vivir. Tras un momento de extrañeza ante su pregunta, la miré y le di las
gracias.
Esa
pregunta nunca se me ha olvidado y siempre me ha recordado que la fidelidad es
sólo posible cuando el timón de la humildad gobierna nuestra vida y se confía
al Señor que nos llamó para seguirle.
El
final de esta historia remite al inicio y siempre vamos comenzando,.. en su
nombre, mirándole a Él, dejándonos desinstalar para no quedarnos paradas en una
historia que comenzó para entregar sin reservas toda la vida.
Así
de bien lo entendió una hermana nuestra cuando escribió:
“ El Amor verdadero nace junto a la
Cruz. Sí, Dios mío; cuando todo va bien con qué facilidad se ama; pero cuando
detrás de una prueba viene otra y otras… diría que es imposible seguir amando
igual si nuestro Amor no está basado en Cristo”.
“ Quiero vivir sólo para Ti, Señor, y
ser el consuelo de los que sufren. Dios mío, que cuando mis hermanos me necesiten
y me busquen, te encuentren a ti con el mismo Amor y caridad que Tú se lo
harías. Que yo sea el Instrumento útil puesto en tus manos
divinas.”
Mª Teresa González Justo, (1923- 1967)
Hermana de
la Consolación.
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