martes, 15 de febrero de 2011

¿Quien es Dios en tu vida? ¿Y la fe?

TAN SÓLO HAY QUE TENER UN POCO DE PACIENCIA,
Y LEER.PERO OS ASEGURO QUE NUNCA HE VISTO
UN VIDEO TAN PROFUNDO
. ¡DISFRUTARLO!

jueves, 10 de febrero de 2011

El arte de Consolar


¿Cómo puedo descubrir la voluntad de Dios para mí? ¿Cómo seguir a Jesús, no obstante mis límites? ¿Cuál es mi lugar en el reino de Dios? ¿Por cuáles caminos me está conduciendo Dios?
Para responder a estas preguntas tan centrales en la vida de todo cristiano, los ejercicios ignacianos enseñan a los ejercitantes a poner atención a los movimientos interiores (mociones) que experimentan cuando rezan y meditan sobre la vida de Jesús (sentimientos, disposiciones de
ánimo, deseos, preferencias, representaciones,pensamientos, conocimientos o evaluaciones, como también todo tipo de impulsos somáticos y reacciones a los factores externos presentes en forma más o menos inconsciente, automática e involuntaria).
Estos movimientos del sentir y del pensar son el “espíritu” que, incesante
y espontáneamente, está presente en todas las personas e influye en sus decisiones.
Dado que, para Ignacio, el “espíritu”inclina hacia direcciones contrapuestas,
sus movimientos deben ser sometidos a discernimiento: conducen a una mayor
relación con Dios pero también pueden favorecer una más o menos evidente vida
de autosuficiencia, cuando no de rechazo a un diálogo más estrecho con Él.

CONOCERSE MEJOR

Si se acepta que en toda persona existen aspectos desconocidos de sí, como
testimonia la psicología de lo profundo, el acompañamiento quiere llevarlos al
conocimiento, de forma de disminuir la dilatación y el influjo. Freud sostenía que
“donde estaba el Ello debe estar el Yo”, o que “hace falta volver consciente lo que
era inconsciente”, para subrayar la necesidad de descubrir la fuerza del inconsciente
que se revela en los comportamientos inmaduros, en las tendencias a repetir o
en las motivaciones influenciadas por la memoria afectiva. Se necesita calma y coraje para aceptar en sí mismo estas fuerzas, admitirlas, perdonárselas y dejárselas perdonar.