martes, 18 de diciembre de 2012

Amar a Dios y al hermano.




 Nunca me fue fácil comprender por qué el tiempo de noviciado  estaba tan orientado a la oración y a la formación y, aparentemente, dejaba de lado el apasionante y envolvente mundo del apostolado y el servicio pastoral.
           Es cierto que en casa, todas tenemos nuestro servicio que prestar a la comunidad, desde las tareas domésticas hasta la ayuda que podamos ofrecer por los conocimientos o habilidades que cada una posee.

            Sin embargo, y a pesar de que colaboramos con una parroquia, animamos una Eucaristía de niños en un centro de protección infantil que guía una Congregación religiosa, y participamos en  un voluntariado con discapacitados, yo pensaba que teníamos que dedicar más tiempo al ámbito pastoral. No obstante comencé a comprender que no estaba del todo en lo cierto cuando alguien me habló, por cuarta o quinta vez, de la vida oculta de Jesús. Si Jesús no hubiese visto a su madre hacer pan en casa y meter la levadura en la masa ¿cómo habría comparado este fermento con el Reino?, y si nunca se hubiese detenido a contemplar la hermosura de los lirios o la abundancia de alimento de los pájaros ¿quién se lo habría advertido para que Él anunciara que el Padre a todos provee? Él, artesano durante su vida oculta, percibió que una casa construida sobre arena se viene abajo, mientras que los cimientos sobre roca aguantan lluvias y vendavales.

            Lo que Jesús ha ido recibiendo y aprendiendo durante ese tiempo de su vida del que los Evangelios guardan silencio, es lo que va ha hacer de él un hombre cercano a todos, cuyas palabras comprenden desde los más sencillos hasta los maestros de la ley. Es también el tiempo en que su intimidad con el Padre le va urgiendo a partirse y entregarse hasta el extremo, para dar a conocer a un Dios bueno que quiere que todos se salven y lleguen a conocerle.

            Ésta, creo que es, al menos en parte, la experiencia de trabajo y servicio en el noviciado, experiencia que escribe las notas a pie de página del gran libro de nuestra vida, que nos invita a desarrollar las virtudes que tanto nos aconsejó Mª Rosa Molas y que, decía ella, deben dar tono a todas nuestras acciones: sencillez, humildad y caridad, empezando por lo más cotidiano.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Cuanto nos cuesta CREER en Dios




     ¡Cuánto nos cuesta, en ciertas circunstancias, creer que Dios puede! ¡Cuánto batallamos con nuestros razonamientos o los de otros cuando de creer a Dios se trata! ¡Cuánto se tambalea nuestra fe cuando pedimos y esperamos y seguimos esperando y nuestra petición no es contestada! Hay infinidad de razones por lo cual eso sucede, pero, de algo estoy completamente segura, y es que, "Nada hay imposible para Dios" y "Para el que cree, TODO es posible."

No dudes por razón de las experiencias de otros, ni permitas que el afán y la ansiedad te conduzcan al laberinto de la incredulidad. Recuerda: "Sin FE es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan." Hebreos 11:6
Orar es ... Hablar con Dios, y ... para hablar con Dios es necesario que creas que Él es y que está para galardonar a los que le buscan. En otras palabras ... Tienes que tener Fe en el Dios de amor. "Sin fe es imposible agradar a Dios ..." (Hebreos 11:6)

Nuestra Fe es probada cuando hablamos con Dios, porque, estamos dirigiéndonos a alguien a quien nuestros ojos físicos no ven. Locura ... para el incrédulo, pero, para el creyente, es una necesidad y un deleite. Tú no ves al viento con tus ojos, pero sabes que existe porque lo sientes, ¿verdad? Lo mismo es con Dios, no lo vemos, pero, porque creemos en Él, lo sentimos. "Fe es ... la convicción de lo que no se ve." (Hebreos 11:1)

Solo podemos establecer esa relación de amistad con Dios a través de Jesucristo, quien tomó nuestro lugar en la cruz para que pudiéramos tener paz con Dios.("Nadie viene al Padre ... sino por mí." Juan 14:6) Por eso, oramos al Padre en el nombre de Jesús. Y como no sabemos pedir como conviene, necesitamos la asistencia del Espíritu Santo, quien nos ayuda en nuestra debilidad intercediendo por nosotros conforme a la voluntad de Dios. (Romanos 6:26-27)

La oración del justo es el gozo de Dios, por lo que Él espera que le alabemos, lo adoremos, le demos gracias por las bendiciones que cada día derrama sobre nuestras vidas y ... también espera que le pidamos. Se agrada cuando le confiamos todos nuestros asuntos y creemos de todo corazón que Él puede suplir todas nuestras necesidades ... espirituales, físicas y materiales.

Cuando oramos afirmamos nuestra fe, confirmamos lo que somos en Cristo, reconocemos nuestra debilidad, dependencia y necesidad de Él y fortalecemos los lazos de amistad con nuestro amado Salvador. Los resultados de ese encuentro: una paz que sobrepasa todo entendimiento y una gratitud inmensa hacia nuestro Padre celestial por su gran e inefable amor.


¿Quieres aventurarte en el mundo de la fe y experimentar lo que hasta ahora ha sido para ti desconocido? Lo era para mí antes de conocer al Admirable, y ahora, me gozo en las maravillas que hasta entonces estaban vedadas por mi ceguera espiritual. Pero, un día ... "Me llevó a la casa del banquete que para mí tenía preparado, y su bandera sobre mí fue amor." (Cant. 2:4)
"Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado." Sal.16:6

"Jesús lnos dijo: Tened Fe en Dios.
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte:
Quítate y echate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere
que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas."

MARCOS 11:22-26
   

"...Pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibira cosa alguna del Señor." Stgo.1:6-7

martes, 11 de diciembre de 2012

Invictus - Discurso Nelson Mandela




   
“INVICTUS” (Invencible)
De la noche que me cubre,
negra como el vacío de poste a poste.
Agradezco a cualquier Dios
por mi alma incosquistable.
En las malignas garras d
la circunstancia
no me he estremecido
o gritado en voz alta.
Bajo los golpes de la suerte
mi cabeza está sangrienta,
pero no inclinada.
Más allá de este lugar de
ira y lágrimas,
surge el horror
de la sombra.
Y sin embargo la
amenaza de los años,
encuentran, y encontrarán,
a un yo sin temor.
No importa que tan recta
esté la reja,

que tan cargada de
castigos esté el pergamino.
Soy el amo de mi destino:
Soy el capitán de mi alma.
-William Henley-

miércoles, 5 de diciembre de 2012

ADVIENTO: TIEMPO DE LA “ACOGIDA”


1.1.  ¿QUÉ ES “ACOGER”?


     Según el diccionario ACOGER es:

-Dicho de una persona: Admitir en su casa o compañía a alguien

-Servir de refugio o albergue a alguien.

-Admitir, aceptar, aprobar

-Recibir con un sentimiento o manifestación “especial” la aparición de personas o de hechos.

     Yo me quedaría para el adviento con ésta última, que invita a:

* Cambiar interiormente, a prepararse, porque dice: “recibir con un sentimiento especial”

* Recibir “personas y hechos”

     Está claro que acoger, pues , implica “cambiar de planes”, “ensanchar el corazón” a lo nuevo que viene, rompiendo la rutina que nos hace dormirnos en la seguridad de nuestra casa, donde nos sentimos protegidos y tranquilos.

     Sin embargo, el mismo Señor tuvo la experiencia de no ser acogido ya desde antes de nacer (Lc.2,7) y “vino a los suyos y no lo recibieron” ¨(Jn. 1, 9ss).

Vamos a recordar la escena:
Lectura del Evangelio según San Lucas
Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
 

REFLEXIÓN:

Interpelación al Posadero de Belén
 
     Estimado propietario de la posada de Belén: Seguro que no supiste lo que hacías, o que estabas demasiado cansado ese día, o tal vez estabas enfadado por algo…Claro, no podías adivinar que el Mesías llamaba a la puerta de tu humilde posada. Te hubieras vuelto loco. Pero abriste y resultó que se trataba de una familia vulgar, unos galileos pueblerinos, una mujer a punto de dar a luz. Seguro que no había sitio para ellos en tu posada; sobre todo para ellos, extranjeros, que no tenían pinta de poder pagarte y encima ella embarazada. Eran los días del censo y había que tener influencia para encontrar algún acomodo. En fin, que cerraste la puerta aquella familia, que parecían gente buena, pero que no dejaban de ser pobres y forasteros.
     La verdad es que cuando los viste resignarse…algo se conmovió dentro de ti, y estuviste a punto de dejarles un rincón, allí, junto a las caballerizas. Pero aquello iba a ser un engorro, y desviaste la mirada compasiva. Claro, que no te fue fácil olvidar. En tu subconsciente no dejabas de recordar la mirada suplicante de los jóvenes esposos y por algún tiempo tuviste pesadillas y malos sueños.
     Nunca llegaste a saber la importancia y las consecuencias de tu negativa. No supiste lo que hacías. Rechazaste la luz y la gloria y te quedaste con tus ganancias y tus miserias. Podías haber convertido tu posada en uno de los puntos más sagrados de la tierra, y tú mismo serías para siempre una de las figuras más simpáticas de nuestros belenes. Perdiste la oportunidad y te hundiste en el olvido y en el desprecio.
     Diste, además, un mal ejemplo. Muchos, después de ti aprendieron a cerrar las puertas al Mesías, que no deja de llamar con insistencia. Has llegado a ser icono de los egoístas, que cierran sus casas y sus haciendas, o sus aduanas y fronteras.
     Y , sin embargo, te comprendemos. Nosotros no somos mejores que tú cuando llama a nuestras puertas “el Mesías”, Dios hecho hombre en el extranjero, en la hermana de comunidad, en la persona que llama a las puertas de nuestro corazón pidiendo “posada”.
 

     Estos relatos pueden ayudarnos a revisarnos personal y comunitariamente, viendo que lo contrario de Acoger es: Rechazar, negar, rehusar, desamparar, abandonar,…

     Así que no es tan fácil dar cabida en nuestra, casa, en nuestro corazón, en nuestra vida “al que viene”.Por eso:

1.2.  PARA “ACOGER” BIEN, PARA DAR LA “BIEN-VENIDA” HAY QUE:

  • ESTAR “PREPARADO” Y “DESPROGRAMARSE”
     Porque a veces Dios viene “sin avisar”, como leemos el 1º Domingo de Adviento

“En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe….Así que permaneced despiertos, porque no sabéis cuándo va a llegar el señor de la casa… ¡Que no venga de repente y os encuentre durmiendo!.... ¡Permaneced despiertos!” (Mc.32-37)
 

Viene sin avisar, a primera hora, cuando no estamos espabilados todavía, cuando estamos  recordando lo que tenemos que hacer en este día,…también puede llamar (y casi siempre pasa) cuando estamos enfrascados en una tarea, en una conversación,…cuando “no tenemos tiempo”; o también puede llamar a última hora , después de todo lo que nos ha pasado a lo largo del día, cuando estamos cansados, y para mí suele ser la mejor hora,…porque no me queda más que dejarlo todo en sus manos y agradecerle su presencia constante.

También puede venir como viento o como brisa, como amigo o como pobre, como enfermo o como hermana de  comunidad. Pero SIEMPRE viene como REGALO Y COMO DON.
 
Dios es un gran “despertador”, y cuando toca el timbre nos abre los ojos, nos sacude la modorra, y estimula nuestra desgana, nos saca de nuestras costumbres, de nuestra monotonía…para hacerse el dueño de nuestra vida. Y casi siempre llama sin previo aviso, como suceden también las cosas importantes. Los encuentros más provechosos a veces son imprevistos y la visitas más gratificantes suelen ser inesperadas por eso hay que espabilarse enseguida aunque a veces vivamos adormilados, ocupados y preocupados.

Claro que, el que viene en Navidad es alguien a quien ya conocemos un poco ¿no?, lo que pasa es que a veces el mismo Dios que se nos dio a conocer personalmente, como a María, ve desplazado su sitio central en nuestra casa, porque la vamos llenando de otras cosas, personas, acontecimientos,…y se nos olvida que Él viene a cada momento en las personas, en los acontecimientos...

*¿Acogemos igual a alguien conocido, querido, que a alguien que trastoca nuestros planes porque viene a pedirnos ayuda, o que no conocemos y nos quita nuestro tiempo…?

Por eso también el 2º Domingo de Adviento las dos lecturas y el evangelio siguen insistiendo en que estemos preparados, para “facilitar” el camino al  que llega:

Preparad al Señor un camino en el desierto, trazad para nuestro dios una calzada recte en la región estéril. Rellenad todas las cañadas, allanad los cerros y colinas, convertid la región quebrada y montañosa en llanura totalmente lisa. Entonces mostrará el Señor su gloria, y todos los hombres juntos la verán.” (Is. 40,1-5)

Habla el plural: preparad, allanad,…. Todos los hombres juntos la verán. ¡En comunidad! Parece que siempre tendemos a prepararnos individualmente, pero Tb. La 2ª lectura habla de ello:

El Señor…”tiene paciencia con vosotros, pues no quiere que nadie muera, sino que TODOS  se vuelvan a Dios. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón…..Por eso…haced todo lo posible para que Dios os encuentre en paz” (“Pe.3, 9b-14)

Y tb. En el Evangelio Juan nos habla en plural:

“Una voz grita EN EL DESIERTO: ¡PREPARAD el camino al Señor, abridle un camino recto!” (Jn.1,3)

  • PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
  • Medita sobre los verbos de estas lecturas “en plural”
  • ¿Preparamos el camino al que llega “en comunidad”? ¿Cómo podríamos hacerlo?
Preparamos el camino ¿Dónde?

¡En el desierto! Sorprende que Juan quisiera preparar los caminos del Mesías en el desierto. Podía haber empezado por la sinagoga o el templo, pero no quería exigir oraciones ni ofrendas, ni quería dar lecciones de Escritura o Teología, Juan lo que pedía era una conversión radical. Para eso, el desierto y el río eran los lugares apropiados. En el desierto Juan gritaba la necesidad de volver a empezar, renovar la fe y el amor de los primeros tiempos.

  • ESPERAR CON GUSTO
Pero hace falta nuestro DESEO de que venga, porque como ya sabemos quien viene, lo que exige en nuestra vida, podemos estar algo reticentes… O como “ya nos sabemos la película”, no esperamos  en actitud de dejarnos sorprender (no es la misma actitud de espera la de esperar cada día al sacerdote para la misa, que la actitud de esperar a una hermana que hace mucho que no veo y nos vamos a pasar la tarde,…). Pero igual que en un amigo siempre descubrimos algo nuevo, mucho más es Dios que es infinitamente más sorprendente.

*PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL: ¿Cómo es mi actitud de ESPERA?

Leemos este texto de Martín Descalzo sobre “los que esperan”:

 "Yo prefiero y preferiré siempre a los que sueñan, aunque se equivoquen, a los que esperan, aunque a veces falle su esperanza. A los que apuestan por la utopía, aunque luego se queden a medio camino. Apuesto por los que no se resignan a que el mundo sea como es, los que confían que el mundo puede y debe cambiar... los que creen que la felicidad vendrá tal vez mañana... tal vez esta misma noche... Prefiero a los que no hacen caso al pesimismo que todos arrastramos, y que no nos deja ver más allá de nuestras narices... Prefiero a los que, como niños, saben ver el cielo estrellado y nuevo cada noche... los que como los niños, creen en el Reino de los Cielos, porque sólo de los que esperan, será el Reino de la felicidad. Y así lo espero" (J.Luis Martín Descalzo).

  • OFRECER LO MEJOR AL “HUÉSPED
     JUAN es nuestro ejemplo en este aspecto, espabilándonos para quitarnos el afán de protagonismo. Así lo leeremos en el 3º Domingo de Adviento:

“Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz.
Los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a Juan, a preguntarle quien era. Y él confesó claramente:
-Yo no soy el Mesías.
Le volvieron a preguntar: ¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías?
Juan dijo: No lo soy.
Ellos insistieron:
Entonces, ¿eres el profeta que había de venir?
Contestó: No.
Le dijeron: ¿Quién eres, pues? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué puedes decirnos acerca de ti mismo?
-Yo soy, como dijo el profeta Isaías: Una voz que grita en el desierto:¡Abrid un camino recto para el Señor!”.
(Jn. 1, 6-8 ; 19-23)
 

YO “NO SOY” O LA ALEGRÍA DE LA HUMILDAD

Juan se sabe “tocado” por Jesús ya desde el vientre de su madre, y elegido por Dios para facilitar el camino de acogida al que viene y es más importante que él.

Es limpio de corazón y dice la verdad: Yo no soy el Mesías. Aunque podría haber aprovechado para hacerse pasar por él, ya que muchos ya lo creían, pero era una tentación de poder en la que no cayó; Yo no soy Elías , aunque en muchas cosas se parecía a él: defendía la verdadera caridad y la justicia, fue perseguido hasta la muerte, etc.; también reconoce que :Yo no soy “el Profeta”, pero sí es un profeta porque su palabra llega a todo el mundo, desde el pueblo sencillo pasando por los militares y dirigentes hasta el rey Herodes. Y es una palabra de esperanza porque asegura que el Mesías le pisa los talones.

De él tendríamos que aprender que nuestra función como cristianos y como personas consagradas es mostrarles “al que habita dentro de nosotros”, que es el importante.

*PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL: ¿De verdad descubren a Jesucristo dentro de nosotros, dentro de nuestra casa, las personas a las que abrimos la puerta?
Nuestra función, como la de Juan, es “estar al servicio del que nos llamó”:
 
YO “SOY” O LA ALEGRÍA DE ESTAR AL SERVICIO DE CRISTO

Yo soy la voz. Juan no es la Palabra pero no se calla, va gritando palabras sorprendentes, palabras que espabilan, palabras que llevan a la verdad. Es “el portero” de la casa, que abre al que viene, le anuncia quién está dentro y luego desaparece. Su función es señalar “al dueño de la casa”.

Yo soy testigo de la luz, porque la ha visto y porque ha sentido el fuego del Espíritu, pero él no es ni la luz ni el fuego, por eso bautiza con agua, pero señala al que bautizará con Espíritu Santo.

Yo soy el amigo del novio, pero no es el novio.

Yo soy el precursor, esa es su identidad y misión, que él asume con gozo que no es el protagonista, sino su servidor

  • PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO
     Acoger al abrirle espacio a mi prójimo. Mejor dicho: reconocer que él tiene derecho a ese espacio. Por consiguiente, lo contrario de “acoger” no es exactamente “rechazar”, sino “negarse a reconocer el espacio del otro en mí”, esto es, creer que todo el espacio es mío.

     Acoger, pues, supone siempre perder algo de mí para ganar algo de mi prójimo.

     Pero hay que ir más allá: él empieza a ser prójimo cuando lo admito cerca, cuando le abro mi proximidad, cuando lo acojo. La consecuencia se sigue: tienes tantos hermanos como acogidos y tantas soledades como indiferencias.

     Acoger suele causarnos temor, por tres motivos. Primero, porque le duele a nuestro egoísmo; segundo, porque desconfiamos de lo desconocido; tercero, porque después de que alguien llega a esa vida nunca vuelve a ser la misma.

     Aprender a acoger empieza cuando nos sabemos acogidos todos por Dios en Cristo (Rom.14,3); aprender a acoger termina cuando admitimos a la mesa de nuestros afectos incluso al traidor y al enemigo. Lo demás no son más que “palabras”

 * Os invito a que hagáis el ejercicio de revivir interiormente las ocasiones en que os habéis sentido acogidos: por Dios, por el perdón recibido, por un/a hermano/a de comunidad, por un amigo,…

     Seguidamente, pensad en los pobres, en los que llegan sin nada, con lo puesto,…igual no podemos “ponernos en su lugar” porque nunca hemos pasado por la misma situación, pero siempre podremos “acogerlos” y transmitirles que Dios les quiere…a través de nosotros.

2.- MARIA, MODELO DE ACOGIDA DE LA GRACIA

(Vita Consegrata 28)

     2.1. DIOS ENTRA A SU CASA “SIN LLAMAR”:

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una Virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David: la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios….” (Lc.1, 26-38)

Al corazón de María, Dios entró sin avisar, pero si ella no lo hubiera acogido nada ni en su vida ni en el mundo hubiera cambiado. Si, como ella acogemos Su palabra y le dejamos que nos evangelice en todas las dimensiones de nuestra vida, experimentaremos que también en nosotros se va realizando su plan de salvación. Pero dejarle entrar y que ocupe nuestra intimidad implica que desde ese momento todas nuestras decisiones personales y apostólicas estarán condicionadas por ese amor que nos ha ocupado del todo interiormente.

A partir de entonces nuestro amor será “inclusivo”, y dejaremos entrar a quien llame, o saldremos a buscar al que lo necesite sólo para transmitirle ese amor que nos llena, sacando a la luz la presencia oculta del Amor, que siempre nos descoloca, nos descentra, dando entrada al otro en nuestro propio espacio personal.

     2.2. CAMBIA SU VIDA Y ¡LO CELEBRA!

     Desde luego María estaba preparada interiormente para acoger a Dios, no vivía atada a sus planes, a los prejuicios de la gente, a las costumbres,…porque asumió totalmente lo que Dios le pidió siendo consciente de las dificultades personales y familiares que le iban a venir como consecuencia.

     Es una mujer centrada en las pequeñas actividades de la vida cotidiana, pero pequeñas actividades llenas de Dios, por eso se deja llevar por Él y acepta su voluntad, porque no se da importancia, se deja utilizar por Dios como “instrumento” de salvación. ¡Una empresa tan grande en un instrumento tan pequeño aparentemente!

     Una vez deja entrar a Dios, una vez le acoge del todo dentro de sí, celebra Su Presencia, cantando el Magníficat.
 
Otras personas elegidas por Dios también lo celebran como algo verdaderamente grande:

“¡Cómo me alegro en el Señor
Me lleno de gozo en mi Dios
Porque me ha brindado su salvación,
¡Me ha cubierto de victoria!
Soy como un novio que se pone su corona
O una novia que se adorna con sus joyas.
Porque así como nacen las plantas de la tierra
Y brotan los retoños en un jardín,
Así hará el Señor que brote su victoria
Y que todas las naciones entonen cantos de alabanza”.
(Is. 61 , 10-11)

 
“Soy la más pequeña, sin duda,
Pero Dios me ha mirado, y yo grito mi alegría
Comparto la pobreza de mi pueblo,
El pequeño Israel, “su siervo”
Pero Él con su misericordia me ha mirado
Y yo desbordo de gozo
Como en el día de la boda
Y proclamo con fuerza la belleza de su amor.
Abro mi ventana cada día
De par en par a la esperanza
Y sé que mis flechas alcanzan al Santo.
El que es Poderoso, ha escogido a lo pequeño,
A la más insignificante
Para lucirse en sus obras
Para lucir su misericordia.
Todos me llamarán dichosa
Pero no es cosa mía, es cosa de su amor.
Y anuncio que hay motivos de alegría para todos
Porque la misericordia de Dios no tiene límites.
Mañana todo puede cambiar:
Los que se regocijan en sus riquezas
Serán despreciados y olvidados,
En cambio los humildes y sencillos
Serán ensalzados en todos los medios de comunicación.
Algún día, así está escrito
Los hambrientos y mendigos
Se sentarán al banquete del Reino
Y los avarientos, especuladores,
Mendigarán una gota de cariño.
Mañana, yo lo espero,
Las promesas de Dios se cumplirán
Como en el tiempo de nuestros padres
Y nos bendecirá de nuevo, y nos visitará de nuevo

Y se quedará ya con nosotros para siempre”.
 
Retiro de Adviento: Mª Carmen Sapiña. Hija de la Caridad.

 

 

 

 
 

 

martes, 4 de diciembre de 2012

sábado, 1 de diciembre de 2012

Toda nuestra vida es un Adviento.


  ¡Comencemos el Adviento con Esperanza!

....Así y todo, Él nacido hombre, Él muerto por los hombres, Él resucitado y vivo entre los hombres, todavía ha de ser esperado y buscado. En su busca caminamos aquí en la tierra, para encontrarnos con Él, para siempre, en el cielo. Por eso celebramos el Adviento. Por eso preparamos la Navidad.
Toda nuestra vida es “adviento”: Dios está viniendo.


Él viene en su Palabra, en su Espíritu que nos da la fe, en los sacramentos de la Iglesia, en las luchas y alegrías de la vida, en cada uno de nuestros hermanos, sobre todo en los más pobres y sufridos.


Hay que saber esperar a Dios. Hay que saber buscar a Dios. Hay que saber descubrir a Dios.


Y mira que hay muchos que se cansan de esperar, porque la vida se ha puesto muy dura y los poderosos siempre aplastan al pueblo. Y hay muchos que no saben buscar a Dios día a día, en el trabajo, en casa, en la calle, en la lucha por los derechos de todos, en la oración, en la fiesta alegre de los hermanos unidos, e incluso más allá de la muerte. Hay muchos que no saben descubrir al Dios que se esconde en el Niño de Belén, en la lucha de la vida y en los hermanos más pobres.
Adviento es un tiempo muy bueno para aprender a esperar a Dios, para aprender a buscar a Dios, para aprender a descubrir a Dios.


El maíz y el arroz están naciendo, hermosos. Ha llegado el Adviento. Luego llegará la Navidad. Dios está llegando siempre. Abramos los ojos de la fe, abramos los brazos de la esperanza, abramos el corazón del amor.

Pedro Casaldáliga
Obispo emérito de Brasil

viernes, 30 de noviembre de 2012

Fijos los ojos en Jesús

   Libro: "Fijos los ojos en Jesús"

  Dolores Aleixandre, Juan Martín Velasco y José Antonio Pagola, tres maestros espirituales

Relacionada con la fe, la geografía del cuerpo humano se muestra rica en lugares. Pies que andan o desandan veredas, manos que agarran o sueltan, oídos que escuchan o están cerrados… Pero probablemente no haya otro lugar con un papel tan peculiar como los ojos. Antes del contacto físico –y contando con que también hay ojos ciegos–, ellos son los vigías encargados de vislumbrar cuando aún están lejos tanto las presencias deseadas como las indeseables. Por eso los ojos bien pueden ser considerados como una auténtica puerta de la fe, como le sucede al discípulo amado cuando descubre la presencia del Señor resucitado a la orilla del lago de Galilea (Jn 21).
Porta fidei, la «puerta de la fe», es precisamente el título que Benedicto XVI ha dado al motu proprio con el que convocaba este «Año de la fe». Un año que va desde el 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013. La fecha de inicio no es casual, ya que en ella se celebra el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia católica.
Para la conmemoración de esta efemérides, tres de los más importantes y significativos autores en el campo del pensamiento religioso y teológico español –los tres, en gran medida, hijos de ese Concilio cuyo recuerdo celebramos– nos brindan sus reflexiones a propósito de la fe. Con los ojos fijos en Jesús, cada cual con su estilo y su genio particular, los tres van desgranado aquellos aspectos relativos a la fe cristiana que puedan ayudar a los lectores a personalizarla y hacerla cada vez más propia. Porque de eso es de lo que se trata. Los distintos apartados para la reflexión personal o en grupo que acompañan a los textos ofrecen igualmente diferentes modos de lectura del libro y la posibilidad de poder trabajar con él.
 
Tres “tenores de Dios”
 
En la mesa presidencial, los tres “tenores de Dios”, acompañados por Luis Aranguren, director de Ediciones de PPC, y por el redactor jefe de ‘Vida Nueva, José Lorenzo. En la sala abarrotada, gente de toda clase, edad y condición, unida por el deseo de buscar referencias y algo de luz en su caminar por la vida, en su ser y en su vivir tras las huellas de Jesús de Nazaret.
La presentación rompió con el formato al uso y consistió en una serie de preguntas que José Lorenzo fue formulando a los tres autores. Y tanto las preguntas como las respuestas no defraudaron.
El moderador comenzó planteando la siguiente cuestión: ¿Hay espacio para la mística en el siglo XXI? Martín Velasco fue el primero en responder: “Sí, plenamente. Si ser místico es hacer la experiencia de Dios, es posible hacer esa experiencia. Primero, porque Dios se da a conocer y es pura presencia. Segundo, porque podemos responder a Dios, que nos ha creado para eso. Somos todo oídos para Dios”.
Una respuesta que entraña sus dificultades, dado que “tendemos a disiparnos” y, en la actualidad, disponemos de múltiples ocasiones e instrumentos para hacerlo. Por ejemplo, todos tenemos en casa “decenas de bufones en la tele, que, antes, estaban sólo al alcance de nobles y Reyes”.
Y dificultades procedentes de la propia institución que tenía que transparentar a Dios. “La Iglesia no tiene orientada la organización y la acción pastoral hacia la experiencia de Dios. Nos interesa más la repetición de fórmulas, el cumplimiento de ritos. Si cambiásemos hacia una pastoral más mistagógica, haríamos realidad la mística que buscamos”.
En esta misma dinámica, Dolores Aleixandre, la monja de la voz cascada y de la vida resplandeciente que con solo su presencia rezuma dulzura y espiritualidad, apostaba por atraer a la gente hacia Dios con el método de Jesús: contando historias. “A Jesús, contar historias le salía de locura”. Historias de vida, historias de amor y de esperanza, cuyos paisajes trata de descubrir en la Biblia, el libro poblado de historias.
Por su parte, el perseguido José Antonio Pagola, comenzó su intervención confesando su tristeza: “Me da pena tanta gente que no encuentra un camino hacia Dios, que se siente perdida, que no entiende nuestro lenguaje. Gente que cuanto más se acerca a nosotros más difícil le resulta creer”.
De ahí su excepticismo ante la tan traída y llevada nueva evangelización. Porque, a su juicio, “la doctrina no enamora, no atrae, no convierte. El hombre de hoy no puede creer en un Dios sin carne. Necesitamos dejarnos arrastrar por Jesús y por su compasión hacia el ser humano. Necesitamos un encuentro vital con él. Cumpliendo obligaciones y prácticas, no se vive lo que se vivió al inicio”.
¿Cómo transmitir la fe hoy?
Para Martin Velasco, el primer paso para llegar a la transmisión auténtica y profunda de la fe es “tomar conciencia de la crisis en la que la gente está sumida.Nuestro fallo fundamental es dar por supuesta la fe. El que predica da por supuesto que los que lo escuchan son creyentes. Hay que tomar clara conciencia de la crisis de fe en la que todos estamos sumidos. Crisis religiosa y crisis de Dios, que también nos afecta a los creyentes. Hay un ateísmo interior en los propios creyentes”.
¿Quiere eso decir que los creyentes somos impostores?, se pregunta el fenomenólogo de la religión. Y se responde: “No, pero le hemos dado a la fe un contenido tan débil y distorsionado que estamos a leguas de ser creyentes“.
Y Juan de Dios apunta a dos distorsiones fundamentales de la fe. La primera es“creer que la fe es aceptar una serie de verdades y decir que sí al credo, sin que nada pase a nuestra vida. Esa fe no salva. Por eso, no es un buen método para la nueva evangelización centrarse sólo en el Catecismo”.
La segunda distorsión es que “estamos acomodados en una iglesia que, para ser miembros de ella, no necesitamos creer. Basta con ir a misa, cumplir los ritos…”
Para Aleixandre, la clave en la transmisión de la fe es tener claro que “Jesús no pide adhesiones para siempre ni encuadra a la gente en una institución. Dios es suelo, roca. De ahí, la importancia de ofrecer hoy al mundo suelo para apoyarse. Desde el suelo físico al afectivo. El creyentes es la persona que ofrece suelo, apoyo, solidez y acogida a otros”.
Los peligros de la fe
Para Pagola, el principal peligro de la fe “somos nosotros mismos” y el cristianismo que vivimos. “Creo que tenemos que poner en el centro de las comunidades cristianas el relato evangélico. Hay que hacerle sitio al Evangelio. La Palabra es la protagonista. Es peligroso sostener la fe en una doctrina. A algo así los jóvenes no se enganchan. De Jesús se aprende un estilo de vida en todas las épocas y culturas. Con ese Jesús, sí engancha el joven de hoy. Nos falta contacto vivo con Jesús”.
Quizás por eso, el teólogo vasco dijo que, respecto al futuro, tiene “esperanza, pero no optimismo”. A su juicio, “cuanto más se caiga, cuanta más crisis religiosa tengamos, más Jesús habrá. Porque, por muy fuerte que sea la crisis religiosa, no va a arrastrar a Jesús”.
Y, para salir de esta crisis religiosa, Pagola insiste en “una fe entendida como atracción, no como obligación”. Y es que “la fe no se preserva, se contagia”. Como el fuego que vino a traer Dios a la tierra. Porque “tal y como vivimos la religión logramos adeptos, pero no creyentes. Los adeptos sostienen la religión y la preservan; los creyentes contagian fe. Y no se puede ser creyente sin ser seguidor de Jesús”.
Aleixandre añadía al respecto que “sin buena noticia de Jesús no hay adeptos y, mucho menos, creyentes. Y la buena noticia es que a Dios le caemos bien, le caemos en gracia“.
Juan de Dios puso en duda la espontánea receptividad de la gente respecto al mensaje de Jesús. “Hay muchísima gente a la que no le convence el proyecto de Dios”. Por eso, como paso previo, pedía intentar “abrir sus oídos para Dios”, porque se ha perdido la “connaturalidad con Dios”. De ahí la necesidad de “hacer ver a la gente que no se basta a sí misma, que necesita fundamentos y, sobre todo, movilizarnos para, metidos en el mundo, ir haciendo ver otro mundo y otra posible cultura humana“.
Pagola añadía la necesidad de pasar de verdad a la dinámica del testimonio. “Sueño con el día en que la gente pueda decir de la iglesia que es amiga de los pecadores y de los samaritanos, como decían de Cristo”. Porque, hoy, “lo que la gente ve en nosotros no les anima a creer. No tenemos fuego, fuerza ni vida”.
Es decir, para Pagola, “se trata de un problema de conversión a Jesús, al Dios amigo de la vida, y de fijar la mirada en Jesús, sin desviarla, porque Jesús hasta puede convertir a la Iglesia”.
En parecida dinámica, Dolores abogó por acercarse “a los lugares de fractura y de heridas y de preguntas de la gente. La Iglesia tiene que estar más a la escucha de la gente y que se le vuelva artrítico el dedo de señalar y adoctrinar“.
Por último, Juan de Dios concluyó: “Hemos cumplido el ‘Id y enseñad’. Hemos ido a todo el mundo a enseñar. Pero hemos cumplido menos el ‘seréis mis testigos’. Necesitamos comunidades de testigos, que transparenten a Jesús con su forma de vida”.
Y, en el aula magna de los jesuitas, sonó una atronadora ovación. La gente salía reconfortada, animada, seducida por esta forma de ver, entender e intentar vivir el mensaje de Jesús. Y con ganas de hacerla vida. Había miradas cómplices entre los presentes. Miradas de los que saben que comulgan en una misma fe, de los compañeros de ‘caminhada’ en busca del Reino. Un Reino que es Buena Noticia. Siempre que tengamos sólo y exclusivamente ‘los ojos fijos en él’.
 
(J. M. Vidal – Religión Digital).-