viernes, 30 de noviembre de 2012

Fijos los ojos en Jesús

   Libro: "Fijos los ojos en Jesús"

  Dolores Aleixandre, Juan Martín Velasco y José Antonio Pagola, tres maestros espirituales

Relacionada con la fe, la geografía del cuerpo humano se muestra rica en lugares. Pies que andan o desandan veredas, manos que agarran o sueltan, oídos que escuchan o están cerrados… Pero probablemente no haya otro lugar con un papel tan peculiar como los ojos. Antes del contacto físico –y contando con que también hay ojos ciegos–, ellos son los vigías encargados de vislumbrar cuando aún están lejos tanto las presencias deseadas como las indeseables. Por eso los ojos bien pueden ser considerados como una auténtica puerta de la fe, como le sucede al discípulo amado cuando descubre la presencia del Señor resucitado a la orilla del lago de Galilea (Jn 21).
Porta fidei, la «puerta de la fe», es precisamente el título que Benedicto XVI ha dado al motu proprio con el que convocaba este «Año de la fe». Un año que va desde el 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013. La fecha de inicio no es casual, ya que en ella se celebra el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia católica.
Para la conmemoración de esta efemérides, tres de los más importantes y significativos autores en el campo del pensamiento religioso y teológico español –los tres, en gran medida, hijos de ese Concilio cuyo recuerdo celebramos– nos brindan sus reflexiones a propósito de la fe. Con los ojos fijos en Jesús, cada cual con su estilo y su genio particular, los tres van desgranado aquellos aspectos relativos a la fe cristiana que puedan ayudar a los lectores a personalizarla y hacerla cada vez más propia. Porque de eso es de lo que se trata. Los distintos apartados para la reflexión personal o en grupo que acompañan a los textos ofrecen igualmente diferentes modos de lectura del libro y la posibilidad de poder trabajar con él.
 
Tres “tenores de Dios”
 
En la mesa presidencial, los tres “tenores de Dios”, acompañados por Luis Aranguren, director de Ediciones de PPC, y por el redactor jefe de ‘Vida Nueva, José Lorenzo. En la sala abarrotada, gente de toda clase, edad y condición, unida por el deseo de buscar referencias y algo de luz en su caminar por la vida, en su ser y en su vivir tras las huellas de Jesús de Nazaret.
La presentación rompió con el formato al uso y consistió en una serie de preguntas que José Lorenzo fue formulando a los tres autores. Y tanto las preguntas como las respuestas no defraudaron.
El moderador comenzó planteando la siguiente cuestión: ¿Hay espacio para la mística en el siglo XXI? Martín Velasco fue el primero en responder: “Sí, plenamente. Si ser místico es hacer la experiencia de Dios, es posible hacer esa experiencia. Primero, porque Dios se da a conocer y es pura presencia. Segundo, porque podemos responder a Dios, que nos ha creado para eso. Somos todo oídos para Dios”.
Una respuesta que entraña sus dificultades, dado que “tendemos a disiparnos” y, en la actualidad, disponemos de múltiples ocasiones e instrumentos para hacerlo. Por ejemplo, todos tenemos en casa “decenas de bufones en la tele, que, antes, estaban sólo al alcance de nobles y Reyes”.
Y dificultades procedentes de la propia institución que tenía que transparentar a Dios. “La Iglesia no tiene orientada la organización y la acción pastoral hacia la experiencia de Dios. Nos interesa más la repetición de fórmulas, el cumplimiento de ritos. Si cambiásemos hacia una pastoral más mistagógica, haríamos realidad la mística que buscamos”.
En esta misma dinámica, Dolores Aleixandre, la monja de la voz cascada y de la vida resplandeciente que con solo su presencia rezuma dulzura y espiritualidad, apostaba por atraer a la gente hacia Dios con el método de Jesús: contando historias. “A Jesús, contar historias le salía de locura”. Historias de vida, historias de amor y de esperanza, cuyos paisajes trata de descubrir en la Biblia, el libro poblado de historias.
Por su parte, el perseguido José Antonio Pagola, comenzó su intervención confesando su tristeza: “Me da pena tanta gente que no encuentra un camino hacia Dios, que se siente perdida, que no entiende nuestro lenguaje. Gente que cuanto más se acerca a nosotros más difícil le resulta creer”.
De ahí su excepticismo ante la tan traída y llevada nueva evangelización. Porque, a su juicio, “la doctrina no enamora, no atrae, no convierte. El hombre de hoy no puede creer en un Dios sin carne. Necesitamos dejarnos arrastrar por Jesús y por su compasión hacia el ser humano. Necesitamos un encuentro vital con él. Cumpliendo obligaciones y prácticas, no se vive lo que se vivió al inicio”.
¿Cómo transmitir la fe hoy?
Para Martin Velasco, el primer paso para llegar a la transmisión auténtica y profunda de la fe es “tomar conciencia de la crisis en la que la gente está sumida.Nuestro fallo fundamental es dar por supuesta la fe. El que predica da por supuesto que los que lo escuchan son creyentes. Hay que tomar clara conciencia de la crisis de fe en la que todos estamos sumidos. Crisis religiosa y crisis de Dios, que también nos afecta a los creyentes. Hay un ateísmo interior en los propios creyentes”.
¿Quiere eso decir que los creyentes somos impostores?, se pregunta el fenomenólogo de la religión. Y se responde: “No, pero le hemos dado a la fe un contenido tan débil y distorsionado que estamos a leguas de ser creyentes“.
Y Juan de Dios apunta a dos distorsiones fundamentales de la fe. La primera es“creer que la fe es aceptar una serie de verdades y decir que sí al credo, sin que nada pase a nuestra vida. Esa fe no salva. Por eso, no es un buen método para la nueva evangelización centrarse sólo en el Catecismo”.
La segunda distorsión es que “estamos acomodados en una iglesia que, para ser miembros de ella, no necesitamos creer. Basta con ir a misa, cumplir los ritos…”
Para Aleixandre, la clave en la transmisión de la fe es tener claro que “Jesús no pide adhesiones para siempre ni encuadra a la gente en una institución. Dios es suelo, roca. De ahí, la importancia de ofrecer hoy al mundo suelo para apoyarse. Desde el suelo físico al afectivo. El creyentes es la persona que ofrece suelo, apoyo, solidez y acogida a otros”.
Los peligros de la fe
Para Pagola, el principal peligro de la fe “somos nosotros mismos” y el cristianismo que vivimos. “Creo que tenemos que poner en el centro de las comunidades cristianas el relato evangélico. Hay que hacerle sitio al Evangelio. La Palabra es la protagonista. Es peligroso sostener la fe en una doctrina. A algo así los jóvenes no se enganchan. De Jesús se aprende un estilo de vida en todas las épocas y culturas. Con ese Jesús, sí engancha el joven de hoy. Nos falta contacto vivo con Jesús”.
Quizás por eso, el teólogo vasco dijo que, respecto al futuro, tiene “esperanza, pero no optimismo”. A su juicio, “cuanto más se caiga, cuanta más crisis religiosa tengamos, más Jesús habrá. Porque, por muy fuerte que sea la crisis religiosa, no va a arrastrar a Jesús”.
Y, para salir de esta crisis religiosa, Pagola insiste en “una fe entendida como atracción, no como obligación”. Y es que “la fe no se preserva, se contagia”. Como el fuego que vino a traer Dios a la tierra. Porque “tal y como vivimos la religión logramos adeptos, pero no creyentes. Los adeptos sostienen la religión y la preservan; los creyentes contagian fe. Y no se puede ser creyente sin ser seguidor de Jesús”.
Aleixandre añadía al respecto que “sin buena noticia de Jesús no hay adeptos y, mucho menos, creyentes. Y la buena noticia es que a Dios le caemos bien, le caemos en gracia“.
Juan de Dios puso en duda la espontánea receptividad de la gente respecto al mensaje de Jesús. “Hay muchísima gente a la que no le convence el proyecto de Dios”. Por eso, como paso previo, pedía intentar “abrir sus oídos para Dios”, porque se ha perdido la “connaturalidad con Dios”. De ahí la necesidad de “hacer ver a la gente que no se basta a sí misma, que necesita fundamentos y, sobre todo, movilizarnos para, metidos en el mundo, ir haciendo ver otro mundo y otra posible cultura humana“.
Pagola añadía la necesidad de pasar de verdad a la dinámica del testimonio. “Sueño con el día en que la gente pueda decir de la iglesia que es amiga de los pecadores y de los samaritanos, como decían de Cristo”. Porque, hoy, “lo que la gente ve en nosotros no les anima a creer. No tenemos fuego, fuerza ni vida”.
Es decir, para Pagola, “se trata de un problema de conversión a Jesús, al Dios amigo de la vida, y de fijar la mirada en Jesús, sin desviarla, porque Jesús hasta puede convertir a la Iglesia”.
En parecida dinámica, Dolores abogó por acercarse “a los lugares de fractura y de heridas y de preguntas de la gente. La Iglesia tiene que estar más a la escucha de la gente y que se le vuelva artrítico el dedo de señalar y adoctrinar“.
Por último, Juan de Dios concluyó: “Hemos cumplido el ‘Id y enseñad’. Hemos ido a todo el mundo a enseñar. Pero hemos cumplido menos el ‘seréis mis testigos’. Necesitamos comunidades de testigos, que transparenten a Jesús con su forma de vida”.
Y, en el aula magna de los jesuitas, sonó una atronadora ovación. La gente salía reconfortada, animada, seducida por esta forma de ver, entender e intentar vivir el mensaje de Jesús. Y con ganas de hacerla vida. Había miradas cómplices entre los presentes. Miradas de los que saben que comulgan en una misma fe, de los compañeros de ‘caminhada’ en busca del Reino. Un Reino que es Buena Noticia. Siempre que tengamos sólo y exclusivamente ‘los ojos fijos en él’.
 
(J. M. Vidal – Religión Digital).-

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Formación


           Cualquier persona dentro de nuestra sociedad necesita formarse, no sólo en sentido académico, sino más aún, en un plano más personal o profundo. Se trata de “adquirir progresivamente la forma” que nos haga hombres y mujeres plenos y libres, personas coherentes con los principios que defendemos, entregados a aquello que, a cada uno, nos ha robado el corazón.

         Para una hermana de la Consolación esa forma es Cristo (como para cualquier cristiano), pero más concretamente, Cristo consuelo y esperanza de los pobres, de los marginados, de “cualesquiera necesitados”. Ir adquiriendo esta forma (“configurarnos”) es tarea de toda la vida, de toda nuestra vida consagrada. Sin embargo, en el noviciado vivimos ese espacio y momento reservado exclusivamente para que la persona vaya tomando Su forma, la de Cristo.

         La oración, cómo no, es una de las principales herramientas para ello, pero además son necesarios otros “recursos”. El estudio, reflexión, puesta en común y oración de las Constituciones de la Congregación constituye la base de la formación del tiempo de noviciado. En Ellas, está recogido el estilo de vida de una hermana de la Consolación, la esencia de los votos de castidad, pobreza y obediencia según nuestro Carisma, nuestra vida fraterna, de oración, nuestro apostolado como servicio concreto a Dios y nuestros hermanos, y la organización del gobierno de nuestra familia religiosa para mejor buscar y hallar la voluntad de Dios. Uno de los mayores gozos es ir descubriéndose a una misma en esas palabras, poder encarnarlas en la propia vida, como si, desde siempre, estuvieran hechas para ti.

         Tenemos la gran suerte de poder completar la formación con distintos cursos impartidos por algunas hermanas, clases en la facultad de Teología, especialmente en materia de Teología Bíblica, Fundamental y Ético-Social, además de lo que familiarmente llamamos Inter (intercongregacional): encuentros semanales con otros jóvenes en formación de las diferentes Congregaciones y Ordenes religiosas con los que recibimos clases de diversas materias, siempre enfocadas a la vida religiosa: liturgia, Consejos evangélicos, lectura vocacional de la Palabra de Dios, valoración de la realidad desde la fe para fomentar nuestro compromiso, psicología. No sólo son formativas las clases, sino que el ambiente y el compartir fraterno son especialmente enriquecedores.

                   Por supuesto, no hay que olvidar que el día a día de la vida comunitaria, el aprender de las hermanas y de cualquier circunstancia completa ese proceso continuo que es ir adquiriendo la forma de Cristo, para entregar la vida como Él, por amor.
 
Imagen: cedida por: Iñaki de Erostegui

domingo, 18 de noviembre de 2012

Etapas de la formación en la vida Consagrada


-          ETAPAS DE FORMACIÓN (postulantado, noviciado, profesión de votos temporales, perpetuos)

Después de haber realizado un discernimiento y haber tomado la decisión de continuar por el camino que Dios te propone, si has descubierto que tu vocación es la vida religiosa, comienzan las etapas de formación.

Cada Congregación tiene sus particularidades, pero el camino es parecido. En nuestra Congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, encontramos el siguiente itinerario:

 

-          Tiempo de discernimiento vocacional.

-          Postulantado. Es una etapa en la que se vive en una comunidad, compartiendo su vida y su misión apostólica. Se trata de un tiempo en el que vamos descubriendo la vida de oración, la vida fraterna y la misión propia de las hermanas. Se trata de vivir, compartir e ir vislumbrando si tu opción se va asentando y tomando fuerza. También hay un espacio importante para la formación y el acompañamiento. Trabajamos temas fundamentales que nos ayuden a profundizar en nuestra fe, a ser conscientes de todo lo que vamos viviendo y a elegir vivirlo teniendo como centro a Cristo. Su duración oscila entre un año y dos, en función de las circunstancias y situaciones concretas de cada persona.

-          Noviciado. Se trata de un tiempo de dos años en los que todo nuestro esfuerzo se concentra en ‘dejar a Dios’ que ponga los cimientos de nuestra vida entera: vivir con Él, como Él, hasta el final. Ello nos pide -como quien construye un edificio - quitar todo aquello que suponga un obstáculo en esos fundamentos. Es una etapa exigente y bien concentrada, en la cual dejamos de realizar actividades que podrían distraernos de cuanto hemos explicado. Dedicamos este tiempo a:

o   la vida de oración personal y comunitaria, que nos lleva a una adhesión cada vez mayor a la persona de Jesucristo, y a hallar en la fe compartida un importante impulso en nuestra vocación.

o   el conocimiento de las Constituciones de nuestra Congregación que nos muestran el estilo de vida de las hermanas

o   el estudio y profundización de la vida y obra de Santa María Rosa Molas i Vallvé, la mujer que fundó nuestra Congregación y que nos muestra el camino de entrega sin reservas como instrumentos de misericordia y consolación.

o   La vida comunitaria y el desarrollo de valores cada vez más evangélicos en nuestras relaciones y tareas cotidianas.

Es una comunidad donde conviven fraternamente las novicias junto a varias hermanas que colaboran en la formación y acompañamiento de las jóvenes. Además, realizamos estudios y actividades fuera del Noviciado lo cual comporta una gran riqueza para nosotras. Para conocer más esta etapa y nuestra vida, puedes indagar en los apartados más concretos de esta página que se refieren a la Comunidad Noviciado.

-          Profesión temporal. Terminado el tiempo de noviciado, que dura dos años, viene el momento esencial de este camino. Libremente elegimos vivir como Aquél que nos eligió. Elegimos dedicar nuestra vida a su servicio en nuestros hermanos más necesitados. Y lo proclamamos públicamente, ante la Iglesia y ante testigos, en una celebración eucarística. En la profesión temporal leemos la fórmula que contiene estos deseos ante la representante de nuestra familia religiosa: ella nos acoge con alegría como hermanas. Profesamos los votos religiosos (pobreza, castidad y obediencia) por un año, renovándolos cada año, en esa misma fecha. Poco a poco vamos haciendo esta entrega más consciente y libre; más humilde y confiada en manos del Señor, que nos da la capacidad de responderle. Así, después de seis años de profesión temporal optamos por firmar nuestro compromiso definitivo, nuestro AMÉN.

-          Profesión perpetua.  Cumplido un tiempo de la profesión perpetua se hacen públicamente los votos para toda la vida.

 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

UN REGALO PARA TODOS, NUESTRO CARISMA, CONSOLAR


  “Reaviva el carisma que hay en ti”
                                                    (2 Tim 1,6)

            ¡Cuántos regalos hemos recibido en nuestra vida! ¡Cuántos regalos hemos hecho!... Algunos son materiales, nos los ofrecen en un día significativo: cumpleaños, santo, aniversario, reyes... Cuando estos regalos llegan a nuestras manos ya han vivido muchos momentos intensos, han sido pensados, buscados con ilusión, preparados, adornados... pero sobre todo han sido “mimados” porque a través de ellos reflejamos el amor que  tenemos a la persona a la que vamos a hacerle el regalo. Cuando lo entregamos esperamos cualquier gesto que exprese la ilusión, la sorpresa, la alegría de la persona que recibe nuestro regalo. Observamos su cara, sus manos, sus gestos..., todo lo que nos pueda decir que le agrada nuestro obsequio y todo lo que pueda hacernos ver que también ella descubre en ese regalo nuestro amor.

            Hay otros regalos que no son materiales y que se nos ofrecen cada día: la vida, la fe, la amistad, la paz, la vocación, una sonrisa, una oración, un saludo, un detalle cariñoso... tantas y tantas cosas que se nos regalan y que podemos regalar. Quizá muchas veces no somos conscientes, pero también esperamos con ilusión estos regalos y notamos su ausencia cuando algo los oculta, o los empaña un poco.

            Durante siglos, desde la creación, Dios ha estado haciendo regalos a los hombres... un día deseó hacerle un gran regalo a una mujer, ella le había buscado desde que era niña, había querido recibirle en su casa y había luchado para que incluso le adelantaran este día, la fecha de su comunión, después le había entregado la vida, consagrándose a El, todo lo que hacía y vivía se lo regalaba a Dios y a los hombres, ella misma repetía: “Todo para gloria de Dios y bien de los hombres...”. Dios preparó con ilusión su regalo, el conocía el modo de hacerla feliz, porque sabía que a Mª Rosa Molas tenía que regalarle algo que pudiera ser para los demás y que además fuera universal, estaba seguro de que no se quedaría con su regalo y se lo daría a los hombres; sabía también que no podía ser algo material porque Mª Rosa vivía con lo estrictamente necesario, dicen de ella que no se permitía nada superfluo ni en su uso ni en su obsequio, por lo tanto debía buscar algo profundo y Dios pensó que el mejor regalo que podía ofrecerle era un carisma, un don al servicio de la Iglesia a la que ella amaba profundamente. Dios se sintió muy contento con su regalo y empezó a pensar cuál sería ese carisma...
            Pensó que lo que más necesitaban los hombres era alguien que les hablara al corazón, que tuviera misericordia de ellos, que pudiera comunicar su ternura... Entonces decidió que su regalo sería el carisma de CONSOLAR, el mismo había dicho por medio de su profeta “Consolad, consolad a mi pueblo, hablad al corazón del hombre”(Is 40,1)... buscó el momento oportuno y depositó su regalo en una caja especial, en el interior de Mª Rosa, no era un regalo que iba a abrir en un momento sino que lo iría descubriendo poco a poco, cuando sintiera la fuerza interior que la movía, cuando  pediría ser Hija de la Iglesia, cuando sus gestos y sus palabras hablaran al corazón del hombre, cuando se asociara al sacrificio de Cristo... en todos esos momentos Dios seguía contemplando los gestos y las manos de Mª Rosa que recibían con ilusión cada día el regalo de Dios.

            Como Dios suponía la Madre, como ahora la llamaban los hombres, no podía quedarse el regalo para ella y lo fue entregando primero a sus Hijas, después a los que vivían en la Casa de Misericordia, en los pueblos donde iban abriendo casa y obras apostólicas... y el regalo siguió vivo más allá de su muerte y el regalo sigue vive hoy entre nosotros.
            Cada uno desde esa perspectiva concreta vivimos el carisma de la Consolación. Pobres, enfermos, niños, encarcelados... pero esto no es suficiente, la fina intuición de la Madre, el amor, yo diría la pasión que siente por el hombre, no pueden conformarse necesita ir más allá, necesita ser universal, cualquier necesitado es sujeto de amor, cualquier necesitado tiene que ser consolado, no hay límites. La consolación, amor misericordioso de Dios al hombre, no puede tener límites, dice Pablo que la caridad es paciente, es servicial, no  busca su interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra con la injusticia, se alegra con la verdad, todo lo cree, todo lo excusa, todo lo espera, todo lo soporta... Esto es lo que vivió la Madre y el regalo que nos hizo, todos los que estamos aquí, portadores del Carisma de la Madre, estamos llamados a consolar a cualquier otro necesitado, ¿nos hemos parado a pensar cuántos necesitados hay en nuestra familia, en nuestro colegio, en nuestro barrio?. Estamos llamados a ser Consolación en el aquí y en el ahora de nuestra vida y de nuestro mundo. 
            Nuestro regalo es universal, y por él lo que nosotros vivamos hoy, aquí y ahora, pasa a formar parte del carisma, enriquece la vida de nuestros hijos, amigos, compañeros y también la vida de toda la Iglesia y de toda la Congregación. Es este el sentido profundo del carisma que Dios nos ha regalado y que estamos llamados a reavivar.
 
-“Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios” (Is. 40, 1).
-“Como un niño a quien su madre consuela así os consolaré yo...” (Is. 66,13)
-“Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder consolar a los que están en toda tribulación mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios” (2 Cor 1, 3-4).
-“Todo para gloria de Dios y bien de los hombres, nada para nosotras”
-“Quien ha llegado a probar cuán dulce es Dios no puede dejar tan suave ejercicio”.
-“Abandonémonos en manos del Señor como un niño en brazos de su madre”.
-“En el calvario, a los pies de Cristo, se halla todo consuelo y alivio”.
-“Nada hay más hermoso en la tierra que las obras del Creador”.
            Esta es la esencia del Carisma de Consolar, Dios mismo que consuela al hombre a través de la Palabra, a través de su Palabra, y Dios que consuela al mundo a través de una mujer elegida como instrumento de misericordia y consolación. Ella, Mª Rosa Molas, nos invita hoy a seguir sus huellas, a ser hombres y mujeres que acogemos en nuestras vidas al Dios consolador para llevarlo a nuestras familias, a nuestra comunidad educativa, a nuestro trabajo, a nuestra diversión, a nuestras circunstancias personales...
            Hemos ido desenvolviendo nuestro regalo, profundizando hasta encontrar la piedra preciosa, os invito a que cerremos por un momento nuestros ojos... a imaginarnos que somos como esa caja... quizás un poco pobre, de cartón, pero en nuestro interior hay algo que da sentido auténtico a nuestra vida, ahí en lo más íntimo de nosotros, donde nadie puede acceder, está Dios, ahí en ese lugar que sólo Él conoce ha sembrado  en nosotros el carisma de Consolar y nos invita a hacerlo crecer, nos dice: consuela tú al corazón del hombre. Es una misión muy importante, es ser instrumentos para que Dios a través de nuestra vida pueda ser el Dios Consolador. Damos gracias a Dios por este regalo y terminamos nuestro encuentro, cantando el Himno de la Madre, nos ponemos de pie, gesto con el que expresamos que queremos reavivar el carisma que hay en nosotros y desde él ser regalo para nuestros hermanos.
 

lunes, 12 de noviembre de 2012

sábado, 10 de noviembre de 2012

Vivir para SIEMPRE

Pelicula

1.Sinopsis

A Sam, un niño de doce años, le apasionan las historias fantásticas. Quiere saberlo todo sobre ovnis y películas de miedo, aeronaves y fantasmas. También quiere saber qué se siente al tomar el primer trago de cerveza, al dar la primera calada a un cigarrillo y al besar a una chica. Quiere conocer las experiencias de los adolescentes, porque él seguramente no llegará a esa edad. Tiene leucemia, y aunque los adultos respondan ambiguamente a sus preguntas y eviten hablar de algunas cuestiones, él quiere conocerlo todo sobre la muerte. Dispuesto a averiguar las respuestas a las preguntas que nadie quiere contestar, decide escribir un libro, que es un diario personal, pero también una “investigación científica” llena de observaciones y reflexiones sobre sus inquietudes. (FILMAFFINITY)

2.¿Por qué “Vivir para siempre” es una película vocacional?

¿Cuál es el sentido de la muerte? ¿Cuál es el sentido de la vida? Son dos preguntas que van siempre juntas y que no podemos separar. Así nos lo muestra Gustavo Ron en esta película, basada en el libro de la cuáquera Sally Nicholls, titulado “Esto no es justo”, que ha sido un best sellers en muchos países y es libro de cabecera en las escuelas del Reino Unido.
Entonces cabe preguntarnos si Vivir para siempre es una película vocacional. Sí, respondemos, es una película profundamente vocacional, porque la primera vocación que todo hombre recibe de Dios es la de vivir y vivir en plenitud. Efectivamente, la obra de Gustavo Ron trata el tema de la leucemia infantil, pero lo hace desde una perspectiva vitalista, mostrando la lucha por vivir y hacerlo en las mejores condiciones posibles.
La película nos presenta cómo Sam, un niño de doce años con leucemia, vive su enfermedad y cómo se prepara para la muerte. Todas sus reflexiones las va plasmando en un videolibro con la idea de perpetuarse en él, como hacen los autores con sus obras.
La reflexión sobre la muerte gira en torno a las grandes preguntas que este misterio suscita en todo hombre. Pero ¿cómo lo vive un chico que tendría toda la vida por delante? Sam se pregunta: ¿porqué permite Dios que los niños enfermen?, ¿duele morirse?, ¿por qué tiene que morirse la gente?, ¿a dónde vas cuando te mueres?, ¿seguirá ahí el mundo cuando me vaya? Con estas preguntas de fondo, lo que más le desconcierta es la actitud de sus padres ante su enfermedad y su posible muerte. Parece que no estuvieran a la altura. Sam se encuentra sólo, no sabe con quién compartir las preguntas de su corazón. Sólo su amigo Félix, enfermo como él, puede entenderle aunque con una actitud mucho más crítica.
Ron consigue presentarnos una mirada a la muerte sin aspavientos ni frialdad ni lloriqueos, pero sí con humanidad y dulzura: esa es la intención del filme, alejarse tanto del realismo crudo como de la sensiblería vacua. Y lo consigue. Para ello, Ron se esfuerza en dar naturalidad a los diálogos entre niños y no poner en sus labios discursos pretenciosos ni moralejas paternalistas. La muerte se nos presenta como parta del ciclo vital.
La reflexión sobre la vida surge a partir de la invitación de la abuela de Sam a pensar en las cosas que les gustaría hacer antes de morir. Así los dos amigos hacen una lista de deseos, que para Sam son sólo deseos, no cosas reales. Pero a veces se trata de cosas simples que muestran el deseo de vivir y sentir como el adolescente que nunca llegarán a ser. Félix asumirá la misión de hacer que sus deseos se cumplan. En este sentido los dos niños intentan encontrar respuestas a aquellas grandes preguntas, mientras disfrutan de la vida, convirtiendo en una fascinante aventura cada uno de los pocos momentos que les quedan, pues es muy larga su lista de cosas que hacer antes de morir. En la cartelera de la película se puede leer: “Persigue tus sueños, cada minuto cuenta”. Y esta es la idea profunda: la de no desperdiciar ni un solo minuto de la vida que se nos ha dado como regalo, encontrando un sentido en las pequeñas cosas de cada día. Sólo así la vida y la muerte tendrán un sentido, sólo así se podrá descubrir que “las cosas son perfectas de principio a fin”.
Para terminar, valga este comentario de Jerónimo José Martín : A lo largo de todo el guión se desarrolla una profunda reflexión sobre el sentido de la vida, la muerte y el sufrimiento —de clara inspiración cristiana—, así como una reivindicación de la alegría de vivir —en las antípodas del hedonismo materialista dominante— y una preciosa exaltación de la familia como núcleo de solidaridad y realización personal. En este sentido, cabe destacar el arco dramático del personaje del padre —muy bien interpretado por Ben Chaplin—, desde su incómoda pasividad inicial hasta el conmovedor desenlace”.
¿Qué elementos podemos entresacar para un debate vocacional? En primer lugar podemos reflexionar sobre el sentido de la vida y de la muerte. La vida es un don de Dios, un regalo. Y por ello es la primera vocación: Dios nos ha creado para vivir como hijos suyos. Cabe preguntarse entonces sobre la manera que tengo de vivir, sobre las ganas de vivir, si realmente aprovecho este don de Dios o lo estoy echando a perder.
Otro tema interesante es el de los deseos. Hay que preguntarse por los deseos que hay en el fondo de nuestro corazón. Y como sabemos que vamos a morir, aunque morir sea lo más impreciso del mundo, conviene reflexionar de vez en cuando sobre lo que nos gustaría hacer antes de que nuestra vida llegue a su fin. ¿Qué es lo que me gustaría haber hecho antes de morir? Pero más interesante aún es la actitud de Félix que también nos interpela: ¿qué puedo hacer yo para que se cumplan los deseos de los demás?
 

Tomado de: http://cineyvocacion.org/vivir-para-siempre/

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La Fe



La fe no es tanto “creer lo que no se ve” cuanto fiarse plenamente de alguien. Si te fías de Dios, tienes fe; si te fías del plan que te propone, del estilo de vida al que te llama, del perdón con que te besa, y del cariño que te brinda, entonces tienes fe. Si pones tu vida en sus manos, confiando en que quiere lo mejor para ti y que no hay un camino de mayor felicidad que ése, entonces tienes fe.

Pero claro, probablemente haya que ser santo para ello. No hay mejor definición de la santidad que ésa: el que se fía totalmente de Dios, por amor. Entonces, ¿Qué podemos hacer nosotros, pobres en amor? Quizá renunciar a tan alta empresa; quizá pedir humildemente esa confianza; quizá fiarnos de personas que se fían; o quizá alzar nuestra mano a Dios, mirarle con cariño, y dejar que nos lleve a dar una vuelta por la vida.