1.1. ¿QUÉ ES “ACOGER”?
Según el diccionario ACOGER es:
-Dicho de una persona: Admitir en
su casa o compañía a alguien
-Servir de refugio o albergue a
alguien.
-Admitir, aceptar, aprobar
-Recibir con un sentimiento o
manifestación “especial” la aparición de personas o de hechos.
Yo me quedaría para el adviento con ésta
última, que invita a:
* Cambiar interiormente, a
prepararse, porque dice: “recibir con un sentimiento especial”
* Recibir “personas y hechos”
Está claro que acoger, pues , implica
“cambiar de planes”, “ensanchar el corazón” a lo nuevo que viene, rompiendo la
rutina que nos hace dormirnos en la seguridad de nuestra casa, donde nos
sentimos protegidos y tranquilos.
Sin embargo, el mismo Señor tuvo la
experiencia de no ser acogido ya desde antes de nacer (Lc.2,7) y “vino a los
suyos y no lo recibieron” ¨(Jn. 1, 9ss).
Vamos a recordar la escena:
Lectura
del Evangelio según San Lucas
Sucedió
que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se
empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo
gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad
de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para
empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras
ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a
su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque
no tenían sitio en el alojamiento.
REFLEXIÓN:
Interpelación
al Posadero de Belén
Estimado propietario de la
posada de Belén: Seguro que no supiste lo que hacías, o que estabas demasiado
cansado ese día, o tal vez estabas enfadado por algo…Claro, no podías adivinar
que el Mesías llamaba a la puerta de tu humilde posada. Te hubieras vuelto
loco. Pero abriste y resultó que se trataba de una familia vulgar, unos
galileos pueblerinos, una mujer a punto de dar a luz. Seguro que no había sitio
para ellos en tu posada; sobre todo para ellos, extranjeros, que no tenían
pinta de poder pagarte y encima ella embarazada. Eran los días del censo y
había que tener influencia para encontrar algún acomodo. En fin, que cerraste
la puerta aquella familia, que parecían gente buena, pero que no dejaban de ser
pobres y forasteros.
La verdad es que cuando los
viste resignarse…algo se conmovió dentro de ti, y estuviste a punto de dejarles
un rincón, allí, junto a las caballerizas. Pero aquello iba a ser un engorro, y
desviaste la mirada compasiva. Claro, que no te fue fácil olvidar. En tu subconsciente
no dejabas de recordar la mirada suplicante de los jóvenes esposos y por algún
tiempo tuviste pesadillas y malos sueños.
Nunca llegaste a saber la
importancia y las consecuencias de tu negativa. No supiste lo que hacías.
Rechazaste la luz y la gloria y te quedaste con tus ganancias y tus miserias.
Podías haber convertido tu posada en uno de los puntos más sagrados de la
tierra, y tú mismo serías para siempre una de las figuras más simpáticas de
nuestros belenes. Perdiste la oportunidad y te hundiste en el olvido y en el
desprecio.
Diste, además, un mal
ejemplo. Muchos, después de ti aprendieron a cerrar las puertas al Mesías, que
no deja de llamar con insistencia. Has llegado a ser icono de los egoístas, que
cierran sus casas y sus haciendas, o sus aduanas y fronteras.
Y , sin embargo, te
comprendemos. Nosotros no somos mejores que tú cuando llama a nuestras puertas
“el Mesías”, Dios hecho hombre en el extranjero, en la hermana de comunidad, en
la persona que llama a las puertas de nuestro corazón pidiendo “posada”.
Estos relatos pueden ayudarnos a
revisarnos personal y comunitariamente, viendo que lo contrario de Acoger es: Rechazar, negar, rehusar, desamparar,
abandonar,…
Así que no es tan fácil dar cabida en
nuestra, casa, en nuestro corazón, en nuestra vida “al que viene”.Por eso:
1.2. PARA “ACOGER” BIEN, PARA DAR LA
“BIEN-VENIDA” HAY QUE:
- ESTAR
“PREPARADO” Y “DESPROGRAMARSE”
Porque a veces Dios viene “sin avisar”,
como leemos el 1º Domingo de Adviento
“En cuanto al día y la
hora, nadie lo sabe….Así que permaneced despiertos, porque no sabéis cuándo va
a llegar el señor de la casa… ¡Que no venga de repente y os encuentre
durmiendo!.... ¡Permaneced despiertos!” (Mc.32-37)
Viene sin avisar, a primera hora,
cuando no estamos espabilados todavía, cuando estamos recordando lo que tenemos que hacer en este
día,…también puede llamar (y casi siempre pasa) cuando estamos enfrascados en
una tarea, en una conversación,…cuando “no tenemos tiempo”; o también puede
llamar a última hora , después de todo lo que nos ha pasado a lo largo del día,
cuando estamos cansados, y para mí suele ser la mejor hora,…porque no me queda
más que dejarlo todo en sus manos y agradecerle su presencia constante.
También puede venir como viento o
como brisa, como amigo o como pobre, como enfermo o como hermana de comunidad. Pero SIEMPRE viene como REGALO Y
COMO DON.
Dios es un gran “despertador”, y
cuando toca el timbre nos abre los ojos, nos sacude la modorra, y estimula
nuestra desgana, nos saca de nuestras costumbres, de nuestra monotonía…para
hacerse el dueño de nuestra vida. Y casi siempre llama sin previo aviso, como
suceden también las cosas importantes. Los encuentros más provechosos a veces
son imprevistos y la visitas más gratificantes suelen ser inesperadas por eso
hay que espabilarse enseguida aunque a veces vivamos adormilados, ocupados y
preocupados.
Claro que, el que viene en
Navidad es alguien a quien ya conocemos un poco ¿no?, lo que pasa es que a
veces el mismo Dios que se nos dio a conocer personalmente, como a María, ve
desplazado su sitio central en nuestra casa, porque la vamos llenando de otras
cosas, personas, acontecimientos,…y se nos olvida que Él viene a cada momento
en las personas, en los acontecimientos...
*¿Acogemos igual a alguien conocido, querido, que a alguien que
trastoca nuestros planes porque viene a pedirnos ayuda, o que no conocemos y
nos quita nuestro tiempo…?
Por eso también el 2º Domingo de
Adviento las dos lecturas y el evangelio siguen insistiendo en que estemos
preparados, para “facilitar” el camino al
que llega:
“Preparad al Señor un camino en el desierto, trazad para nuestro dios una calzada recte en la región estéril.
Rellenad todas las cañadas, allanad
los cerros y colinas, convertid la región quebrada y montañosa en llanura
totalmente lisa. Entonces mostrará el Señor su gloria, y todos los hombres
juntos la verán.” (Is. 40,1-5)
Habla el plural: preparad,
allanad,…. Todos los hombres juntos la verán. ¡En comunidad! Parece que siempre
tendemos a prepararnos individualmente, pero Tb. La 2ª lectura habla de ello:
El Señor…”tiene paciencia
con vosotros, pues no quiere que nadie muera, sino que TODOS se vuelvan a Dios. Pero el día del Señor
vendrá como un ladrón…..Por eso…haced todo lo posible para que Dios os encuentre en paz” (“Pe.3, 9b-14)
Y tb. En el Evangelio Juan nos
habla en plural:
“Una voz grita EN EL DESIERTO: ¡PREPARAD el camino al
Señor, abridle un camino recto!” (Jn.1,3)
- PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
- Medita sobre
los verbos de estas lecturas “en plural”
- ¿Preparamos
el camino al que llega “en comunidad”? ¿Cómo podríamos hacerlo?
Preparamos el camino ¿Dónde?
¡En el desierto! Sorprende que
Juan quisiera preparar los caminos del Mesías en el desierto. Podía haber
empezado por la sinagoga o el templo, pero no quería exigir oraciones ni
ofrendas, ni quería dar lecciones de Escritura o Teología, Juan lo que pedía
era una conversión radical. Para eso, el desierto y el río eran los lugares
apropiados. En el desierto Juan gritaba la necesidad de volver a empezar,
renovar la fe y el amor de los primeros tiempos.
Pero hace falta nuestro DESEO de
que venga, porque como ya sabemos quien viene, lo que exige en nuestra vida,
podemos estar algo reticentes… O como “ya nos sabemos la película”, no
esperamos en actitud de dejarnos
sorprender (no es la misma actitud de espera la de esperar cada día al
sacerdote para la misa, que la actitud de esperar a una hermana que hace mucho
que no veo y nos vamos a pasar la tarde,…). Pero igual que en un amigo siempre
descubrimos algo nuevo, mucho más es Dios que es infinitamente más
sorprendente.
*PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
¿Cómo es mi actitud de ESPERA?
Leemos este texto de Martín
Descalzo sobre “los que esperan”:
"Yo prefiero y preferiré
siempre a los que sueñan, aunque se equivoquen, a los que esperan, aunque a
veces falle su esperanza. A los que apuestan por la utopía, aunque luego se
queden a medio camino. Apuesto por los que no se resignan a que el mundo sea
como es, los que confían que el mundo puede y debe cambiar... los que creen que
la felicidad vendrá tal vez mañana... tal vez esta misma noche... Prefiero a
los que no hacen caso al pesimismo que todos arrastramos, y que no nos deja ver
más allá de nuestras narices... Prefiero a los que, como niños, saben ver el
cielo estrellado y nuevo cada noche... los que como los niños, creen en el
Reino de los Cielos, porque sólo de los que esperan, será el Reino de la
felicidad. Y así lo espero" (J.Luis Martín Descalzo).
- OFRECER LO
MEJOR AL “HUÉSPED
JUAN es nuestro ejemplo en este aspecto,
espabilándonos para quitarnos el afán de protagonismo. Así lo leeremos en el 3º
Domingo de Adviento:
“Hubo un hombre llamado
Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para
que todos creyesen por medio de él. Juan no era la luz, sino uno enviado a dar
testimonio de la luz.
Los judíos de Jerusalén
enviaron sacerdotes y levitas a Juan, a preguntarle quien era. Y él confesó
claramente:
-Yo no soy el Mesías.
Le volvieron a preguntar:
¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías?
Juan dijo: No lo soy.
Ellos insistieron:
Entonces, ¿eres el profeta
que había de venir?
Contestó: No.
Le dijeron: ¿Quién eres,
pues? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué puedes
decirnos acerca de ti mismo?
-Yo soy, como dijo el profeta Isaías: Una voz que grita en el
desierto:¡Abrid un camino recto para el Señor!”.
(Jn. 1, 6-8 ; 19-23)
YO “NO
SOY” O LA ALEGRÍA DE
LA HUMILDAD
Juan se sabe “tocado” por Jesús
ya desde el vientre de su madre, y elegido por Dios para facilitar el camino de
acogida al que viene y es más importante que él.
Es limpio de corazón y dice la
verdad: Yo no soy el Mesías. Aunque
podría haber aprovechado para hacerse pasar por él, ya que muchos ya lo creían,
pero era una tentación de poder en la que no cayó; Yo no soy Elías , aunque en muchas cosas se parecía a él: defendía
la verdadera caridad y la justicia, fue perseguido hasta la muerte, etc.;
también reconoce que :Yo no soy “el
Profeta”, pero sí es un profeta porque su palabra llega a todo el mundo,
desde el pueblo sencillo pasando por los militares y dirigentes hasta el rey
Herodes. Y es una palabra de esperanza porque asegura que el Mesías le pisa los
talones.
De él tendríamos que aprender que
nuestra función como cristianos y como personas consagradas es mostrarles “al
que habita dentro de nosotros”, que es el importante.
*PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
¿De verdad descubren a Jesucristo dentro de nosotros, dentro de nuestra casa,
las personas a las que abrimos la puerta?
Nuestra función, como la de Juan, es “estar al servicio del que nos
llamó”:
YO “SOY” O
LA ALEGRÍA DE
ESTAR AL SERVICIO DE CRISTO
Yo soy la voz. Juan no es la Palabra pero no se calla, va gritando palabras
sorprendentes, palabras que espabilan, palabras que llevan a la verdad. Es “el
portero” de la casa, que abre al que viene, le anuncia quién está dentro y
luego desaparece. Su función es señalar “al dueño de la casa”.
Yo soy testigo de la luz, porque la ha visto y porque ha sentido el
fuego del Espíritu, pero él no es ni la luz ni el fuego, por eso bautiza con
agua, pero señala al que bautizará con Espíritu Santo.
Yo soy el amigo del novio, pero no es
el novio.
Yo soy el precursor, esa es su identidad y misión, que él asume con
gozo que no es el protagonista, sino su servidor
- PONERSE EN
EL LUGAR DEL OTRO
Acoger al abrirle
espacio a mi prójimo. Mejor dicho:
reconocer
que él tiene derecho a ese espacio. Por consiguiente, lo contrario de
“acoger” no es exactamente “rechazar”, sino “negarse a reconocer el espacio del
otro en mí”, esto es, creer que todo el espacio es mío.
Acoger, pues, supone siempre perder algo
de mí para ganar algo de mi prójimo.
Pero hay que ir más allá: él empieza a ser
prójimo cuando lo admito cerca, cuando le abro mi proximidad, cuando lo acojo. La
consecuencia se sigue: tienes tantos
hermanos como acogidos y tantas soledades como indiferencias.
Acoger
suele causarnos temor, por tres
motivos. Primero, porque le
duele a nuestro egoísmo; segundo,
porque desconfiamos de lo desconocido; tercero,
porque después de que alguien llega a esa vida nunca vuelve a ser la misma.
Aprender a acoger empieza
cuando nos sabemos acogidos todos por Dios en Cristo (Rom.14,3); aprender a
acoger termina cuando admitimos a la mesa de nuestros afectos incluso al
traidor y al enemigo. Lo demás no son más que “palabras”
* Os
invito a que hagáis el ejercicio de revivir interiormente las ocasiones en que
os habéis sentido acogidos: por Dios, por el perdón recibido, por un/a
hermano/a de comunidad, por un amigo,…
Seguidamente, pensad en los
pobres, en los que llegan sin nada, con lo puesto,…igual no podemos “ponernos
en su lugar” porque nunca hemos pasado por la misma situación, pero siempre
podremos “acogerlos” y transmitirles que Dios les quiere…a través de nosotros.
2.- MARIA, MODELO
DE ACOGIDA DE LA GRACIA
(Vita Consegrata 28)
2.1. DIOS ENTRA A SU CASA “SIN LLAMAR”:
En aquel tiempo, el ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una
Virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David: la virgen
se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: “No temas, María,
porque has encontrado gracia ante Dios….” (Lc.1, 26-38)
Al corazón de María, Dios entró
sin avisar, pero si ella no lo hubiera acogido nada ni en su vida ni en el
mundo hubiera cambiado. Si, como ella acogemos Su palabra y le dejamos que nos
evangelice en todas las dimensiones de nuestra vida, experimentaremos que
también en nosotros se va realizando su plan de salvación. Pero dejarle entrar
y que ocupe nuestra intimidad implica que desde ese momento todas nuestras
decisiones personales y apostólicas estarán condicionadas por ese amor que nos
ha ocupado del todo interiormente.
A partir de entonces nuestro amor
será “inclusivo”, y dejaremos entrar a quien llame, o saldremos a buscar al que
lo necesite sólo para transmitirle ese amor que nos llena, sacando a la luz la
presencia oculta del Amor, que siempre nos descoloca, nos descentra, dando entrada
al otro en nuestro propio espacio personal.
2.2. CAMBIA SU VIDA Y ¡LO CELEBRA!
Desde luego María estaba preparada
interiormente para acoger a Dios, no vivía atada a sus planes, a los prejuicios
de la gente, a las costumbres,…porque asumió totalmente lo que Dios le pidió
siendo consciente de las dificultades personales y familiares que le iban a
venir como consecuencia.
Es una mujer centrada en las pequeñas
actividades de la vida cotidiana, pero pequeñas actividades llenas de Dios, por
eso se deja llevar por Él y acepta su voluntad, porque no se da importancia, se
deja utilizar por Dios como “instrumento” de salvación. ¡Una empresa tan grande
en un instrumento tan pequeño aparentemente!
Una vez deja entrar a Dios, una vez le
acoge del todo dentro de sí, celebra Su Presencia, cantando el Magníficat.
Otras personas elegidas por Dios también lo celebran como algo
verdaderamente grande:
“¡Cómo me alegro en el
Señor
Me lleno de gozo en mi
Dios
Porque me ha brindado su
salvación,
¡Me ha cubierto de
victoria!
Soy como un novio que se
pone su corona
O una novia que se adorna
con sus joyas.
Porque así como nacen las
plantas de la tierra
Y brotan los retoños en un
jardín,
Así hará el Señor que
brote su victoria
Y que todas las naciones
entonen cantos de alabanza”.
(Is. 61 , 10-11)
“Soy la más pequeña, sin duda,
Pero Dios me ha mirado, y yo
grito mi alegría
Comparto la pobreza de mi pueblo,
El pequeño Israel, “su siervo”
Pero Él con su misericordia me ha
mirado
Y yo desbordo de gozo
Como en el día de la boda
Y proclamo con fuerza la belleza
de su amor.
Abro mi ventana cada día
De par en par a la esperanza
Y sé que mis flechas alcanzan al
Santo.
El que es Poderoso, ha escogido a
lo pequeño,
A la más insignificante
Para lucirse en sus obras
Para lucir su misericordia.
Todos me llamarán dichosa
Pero no es cosa mía, es cosa de
su amor.
Y anuncio que hay motivos de
alegría para todos
Porque la misericordia de Dios no
tiene límites.
Mañana todo puede cambiar:
Los que se regocijan en sus riquezas
Serán despreciados y olvidados,
En cambio los humildes y
sencillos
Serán ensalzados en todos los
medios de comunicación.
Algún día, así está escrito
Los hambrientos y mendigos
Se sentarán al banquete del Reino
Y los avarientos, especuladores,
Mendigarán una gota de cariño.
Mañana, yo lo espero,
Las promesas de Dios se cumplirán
Como en el tiempo de nuestros
padres
Y nos bendecirá de nuevo, y nos
visitará de nuevo
Y se quedará ya con nosotros para
siempre”.
Retiro de Adviento: Mª Carmen Sapiña. Hija de la Caridad.