martes, 28 de diciembre de 2010

La vocación de Mateo


La vida está llena de decisiones. Desde elegir la camisa que uno se pone por
la mañana a elegir la persona con la que se quiere formar familia. Hay
elecciones fáciles y otras difíciles, pero siempre hay que pensarlas bien,
porque elegir es renunciar a aquello que no se escoge. Elegir no es costoso
sólo porque hay que renunciar a algo. Es sobre todo difícil porque una opción
supone el tener unos criterios, unos principios, unos valores de vida
profundos, claros y bien asentados. Y es que vivimos en un mundo en el que
parece que las cosas importantes se han vuelto relativas.
Cuando todo es relativo,¿dónde está el punto de referencia?
El evangelio de hoy nos presenta la figura de Mateo apóstol, que era
cobrador de impuestos. Él tenía su trabajo y su vida, pero también conocía a
Cristo. Sabía que Él es el Mesías y el Hijo de Dios. Para Mateo Cristo y su
voluntad eran un valor claro y profundo para tomar decisiones en su vida, su
principal punto de referencia.Por eso no necesitó grandes discursos ni
jornadas de reflexión para decidir qué respuesta dar cuando Cristo le llamó:
“Él se levantó y le siguió”.
¿Sobre qué estamos construyendo nuestra vida? ¿Cuáles son los pilares que
nos sostienen?
Los cristianos lo tenemos muy fácil. Porque lo que tratamos de hacer es
parecernos a Cristo.
Y parecernos a Cristo supone amar como Cristo,
perdonar como Cristo, entregarse como Cristo. Cuando
Cristo es el punto de referencia para nuestras
decisiones, no resulta difícil saber qué es lo que hay
que elegir y a qué podemos renunciar sin que nos
cueste demasiado y vivir satisfechos y felices de
nuestras resoluciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario