«No es una biopic, esta mujer ha
tenido una trayectoria muy larga, sigue trabajando, las cosas evolucionaron.
Esto realmente recoge el principio, un principio que se parece pero que no
refleja cien por cien lo que le pasó. Por ejemplo ella sí tuvo hijos y Laia no
los tiene… Hay muchas cosas que no coinciden.
«Katmandú,
un espejo en el cielo» (2011). Director: Icíar Bollaín. Guion: Icíar Bollaín;
con la colaboración de Paul Laverty.
La
directora Icíar Bollaín ya nos había adentrado en los problemas sociales
bolivianos de la privatización del agua de Cochabamba en “También la lluvia
(2010)”. Ahora nos lleva a la exótica Katmandú, la capital de Nepal.
Yo
creo que el personaje es un poco naíf. Se hace el planteamiento de montar una
escuela con sus ahorros y va encontrándose con problemas. Es una persona que no
responde a ninguna ideología política, no pertenece a ninguna organización, no
tiene tampoco una motivación religiosa… Entonces claro, se aproxima a esto de
una manera absolutamente personal, kamikaze, por una conexión que hace con los
niños. Ella también ha sido ‘paria’ de alguna manera y conecta con esos niños.
Lo que a mí me parece bonito es cómo se va dando cuenta de que sola no puede,
necesita ayuda. Tú como espectador ya dices ‘sola no va a poder’, y lo que ves
es cómo ella se da cuenta. Es que querer cambiar toda una situación tú solo…
Es
muy naïf. Tiene una parte de inocencia, pero esa inocencia tiene una doble
cara: tiene por otra parte una energía y una vocación muy bonita, la de querer
cambiar cosas. Otra cosa es cómo lo haga y si no lo haría mejor acompañada.
Desde luego yo también me lo pregunto.”
La
joven e idealista maestra catalana Laia quiere compartir sus conocimientos en
una escuela local. Pero lo que se despliega ante ella es un mundo más amplio y
sorprendente: las carencias educativas y económicas, la discriminación de las
mujeres, el deseo de aprender y mejorar, el peso de las tradiciones, la
necesidad de unas relaciones afectivas, el contraste de las mentalidades, las
rupturas… Unido a lo que se quedó en la tierra natal y nunca se olvida.
¡A mí me fascinan los españoles por el mundo! Siempre
que me los encuentro me encanta que me cuenten qué hacen allí, cómo viven…
Españoles o lo que sean, podría ser también un holandés en Senegal. Yo creo que
mostrar la gente en otro lugar es muy interesante, te obliga a muchas cosas.
Piensas a veces, de forma un poco prepotente, que tu cultura es mejor, te encuentras
con la otra, tienes que entenderla, tienes que aprender a no juzgarla. Yo creo
que ese proceso es apasionante. Pero estas dos últimas películas la verdad es
que me han encontrado a mí, no es que yo las haya pensado a priori. El guion
anterior de Paul Laverty – También la lluvia-, me lo propuso, me pareció
fabuloso, una aventura de película que valía mucho la pena. Y cuando estaba
terminando También la lluvia, me vino el productor Larry Levene con esta
propuesta, con el libro de Victoria Subirana, para hacer una adaptación, una inspiración,
lo que quisiera… ¡Y me fui a Nepal! No había estado nunca, no se me había ocurrido
nunca ir a Nepal, pero de repente me pareció muy atractivo.
«La
mirada de Laia tiene que trasladar también al espectador la sorpresa y el
descubrimiento de una cultura tan distinta, de un paisaje majestuoso y fascinante
pero que esconde al mismo tiempo una realidad violenta y cruel para muchos de
sus habitantes. Aquí tienes un centro de salud al que tienes derecho a ir en
cualquier momento, porque tu madre está mal, tu hijo está mal, tú estás mal…
Eso tiene un valor. Cuando ves allí que la gente no solamente tiene una mala
sanidad sino que además la tiene que pagar, no solamente tiene una mala
educación sino que tampoco es gratuita… Eso es una brecha insalvable, eso va a
dejar atrás a una gran parte de la población, y el país tampoco va a salir de
esa situación, siempre va a haber una masa que no pueda avanzar. La palanca de cambio
social desde luego es la educación.»
Augusto
Fernández
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