miércoles, 5 de junio de 2013

Vida de Santa Mª Rosa Molas, nuestra fundadora


      Hola a todos. Me llamo Ángela Sanfeliu y soy una de las hermanas que estuvo con Mª Rosa Molas cuando se fundo la Congregación de Hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación. He venido para contaros cómo sucedió todo y para que conozcáis los lugares donde estuvo la Madre a la que tanto quiero y de la que tanto aprendí. Espero que os guste, que disfrutéis del recorrido y que aprovechéis para  empaparos del carisma que tan intensamente vivió y transmitió con su vida. Empaparos de su historia como esponjas, para que cuando os vayáis, derraméis como ella, misericordia y consolación allí donde estéis.
Nuestra Madre Fundadora, nació en Reus el 24 de marzo de 1815, la noche del jueves al viernes Santo. A los 16 años sintió la llamada del Señor a consagrarse totalmente a Él y al consuelo y alivio del necesitado. Pero su padre se opuso y tuvo que esperar diez años. Durante este tiempo, trabajaba en casa, visitaba a los enfermos del hospital todos los domingos y pasaba largos ratos de oración con su Dios. Una tarde de reyes, 6 de enero de 1841, dejó la casa paterna y fue al hospital de Reus para hacerse religiosa de la caridad. En este hospital pasó Mª Rosa tres años cuidando, como sólo un madre puede hacerlo, a los enfermos que allí llegaban. Decían de ella que “no había vacío que su caridad no llenase”.Del hospital fue trasladada a la Casa de Caridad de Reus, hasta el año 1849 en el que fue a Tortosa. Cuando la Madre llegó, la ciudad acababa de pasar tiempos muy duros e intentaba resurgir. El Ayuntamiento comenzó a emprender reformas que hicieran olvidar los malos tiempos (mejorando la iluminación y  los edificios,  fundando nuevos periódicos…).La economía de la ciudad se fundamentaba en la industria y la agricultura, y en ese momento sobretodo, en el comercio.Hasta la inauguración del ferrocarril Valencia- Tarragona, en 1868, ese comercio se realizaba a través de un vapor que unía Barcelona y Tortosa. También en uno de ellos saldría Mª Rosa con varias hermanas para fundar en Mora de Ebro.Tortosa, el escenario donde tanto amor sembró, día a día durante 27 años. Aquí madurará Mª Rosa muchas de sus intuiciones. Porque a la Madre le aguardarán en Tortosa años de fidelidad a lo que ha prometido a Dios; años de espera y de purificación; años de coherencia y de riesgo creador.


Riesgo creador, que pronto tuvo que emplear cuando el ayuntamiento de Tortosa,  pidió a la Corporación de Reus, que un grupo de hermanas se hiciese cargo de la Casa de Misericordia del barrio de Jesús, que estaba atravesando un estado lamentable por la desatención de los asilados. A la cabeza del grupo de hermanas fue Mª Rosa Molas, y con ellas llegó la Consolación, la limpieza, la luz, la alegría…  En poco tiempo cambiaron el lugar del tal forma, que todos comentaban cómo aquella casa de miseria, se había transformado en una verdadera casa de misericordia. Un señor afirmó: “Estas mujeres, o son santas o son brujas” Esta casa está junto a la Casa Madre. Aún se conserva su fachada y las escaleras que accedían al interior. Viendo los buenos resultados, en 1851, el ayuntamiento encargó a la Madre la dirección de una escuela pública en la ciudad de Tortosa. Fue uno de los mejores centros educativos de la provincia de Tarragona. Mª Rosa, en este tiempo de revuelo y problemas se preparó y se examinó para obtener el título de maestra. Con sus visitas diarias, estaba al frente de la escuela, animando y orientando a hermanas y alumnas. Si pasaremos por la calle donde estuvo esta escuela  veremos lo que queda de la fachada de lo que fue, en el mismo lugar años después, un instituto. Justo en frente podremos ver lo que fue la escuela privada que abrimos tras abandonar la escuela pública en la que no podíamos ofrecer a las niñas la educación cristiana que deseábamos para ellas.  Ya en ausencia de la Madre, este colegio privado se trasladó a la calle De la Rosa. Y actualmente, las hermanas siguen comprometidas con la educación en un colegio en Tortosa. En 1852,  nos llamaron desde el hospital de Tortosa, cuya precaria asistencia y fuerte descuido de los enfermos, reclamaban la presencia de corazones caritativos. Actualmente el hospital está en una parte de la antigua casa de Misericordia. Y lo que antes era el Hospital, son ahora los juzgados. Cada día, Mª Rosa Molas cruzó el puente de Barcas  para llevar el amor de Dios de la Casa de Misericordia de Jesús al Hospital y la Escuela de Tortosa. Recorrió a diario un camino polvoriento y unas calles empinadas para visitar las tres casas. Y sus pasos, sus gestos, sus palabras… ella, fueron el testimonio de una Presencia, la de Dios.Estando en Tortosa, Mª Rosa Molas y todas nosotras verificamos algo que veníamos sospechando desde hacía tiempo, la Corporación a la que pertenecíamos estaba totalmente separada de la Iglesia, Sor Estivill, nuestra Superiora General entonces, había roto todo vínculo con la Iglesia, dos años antes de que la Madre hubiera ingresado en la Corporación de Reus, en la que estuvo 16 años. En Mª Rosa había un deseo de cumplir la voluntad de Dios manifestada en el sentir de la Iglesia. Intentó primero que la Corporación se uniera a la Iglesia pero sus esfuerzos de reconciliación no fueron aceptados.No pudiendo sufrir por más tiempo esta orfandad espiritual en la que nos encontrábamos, nos reunimos y tomamos la difícil decisión de romper con la Corporación de Reus e iniciar una nueva fundación. Las cosas sucedieron así: El 14 de marzo de 1857 las 12 hermanas de Tortosa solicitamos la acogida, protección y dirección espiritual de la Iglesia.El 2 de Abril, el ayuntamiento nos confirmó que podíamos permanecer en los lugares donde ejercíamos nuestra misión. Es decir, en la Casa de la Misericordia, el Hospital y la Escuela.Y uno de los días más emocionantes fue el 14 de Noviembre de 1858, en el que recibimos oficialmente el nombre  de la Congregación: a partir de entonces seríamos Hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación. El resto de la vida de la Madre transcurrió en Tortosa, donde encarnó para los más necesitados la misericordia de Jesús día a día, pero también abrió nuevas casas fuera de esta ciudad. Y aunque el 11 de Junio de 1876 abandonó este mundo, a partir de aquel día vive con más intensidad. En las Hermanas de la Consolación y en todas aquellas personas que comparten el carisma. Quienes siguen sus huellas nunca están solos, nunca actúan solos. La Madre va siempre, está siempre con ellos, de una forma natural. Sencillamente la Madre está, la Madre sale al paso siempre, camina codo a codo con ellos.





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