Hola a todos. Me llamo
Ángela Sanfeliu y soy una de las hermanas que estuvo con Mª Rosa Molas cuando
se fundo la Congregación
de Hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación. He venido para contaros cómo sucedió
todo y para que conozcáis los lugares donde estuvo la Madre a la que tanto quiero
y de la que tanto aprendí. Espero que os guste, que disfrutéis del recorrido y
que aprovechéis para empaparos del
carisma que tan intensamente vivió y transmitió con su vida. Empaparos de su
historia como esponjas, para que cuando os vayáis, derraméis como ella,
misericordia y consolación allí donde estéis.
Nuestra Madre Fundadora,
nació en Reus el 24 de marzo de 1815, la noche del jueves al viernes Santo. A
los 16 años sintió la llamada del Señor a consagrarse totalmente a Él y al
consuelo y alivio del necesitado. Pero su padre se opuso y tuvo que esperar
diez años. Durante este tiempo, trabajaba en casa, visitaba a los enfermos del
hospital todos los domingos y pasaba largos ratos de oración con su Dios. Una tarde de reyes, 6 de enero de 1841, dejó la
casa paterna y fue al hospital de Reus para hacerse religiosa de la caridad. En
este hospital pasó Mª Rosa tres años cuidando, como sólo un madre puede hacerlo,
a los enfermos que allí llegaban. Decían de ella que “no había vacío que su
caridad no llenase”.Del hospital fue
trasladada a la Casa
de Caridad de Reus, hasta el año 1849 en el que fue a Tortosa. Cuando la Madre llegó, la ciudad
acababa de pasar tiempos muy duros e intentaba resurgir. El Ayuntamiento
comenzó a emprender reformas que hicieran olvidar los malos tiempos (mejorando
la iluminación y los edificios, fundando nuevos periódicos…).La economía de la ciudad se fundamentaba en la
industria y la agricultura, y en ese momento sobretodo, en el comercio.Hasta la inauguración del ferrocarril Valencia-
Tarragona, en 1868, ese comercio se realizaba a través de un vapor que unía
Barcelona y Tortosa. También en uno de ellos saldría Mª Rosa con varias
hermanas para fundar en Mora de Ebro.Tortosa, el escenario donde
tanto amor sembró, día a día durante 27 años. Aquí madurará Mª Rosa muchas de
sus intuiciones. Porque a la
Madre le aguardarán en Tortosa años de fidelidad a lo que ha
prometido a Dios; años de espera y de purificación; años de coherencia y de
riesgo creador.
Riesgo creador, que pronto
tuvo que emplear cuando el ayuntamiento de Tortosa, pidió a la Corporación de Reus,
que un grupo de hermanas se hiciese cargo de la Casa de Misericordia del barrio de Jesús, que
estaba atravesando un estado lamentable por la desatención de los asilados. A
la cabeza del grupo de hermanas fue Mª Rosa Molas, y con ellas llegó la Consolación, la
limpieza, la luz, la alegría… En poco
tiempo cambiaron el lugar del tal forma, que todos comentaban cómo aquella casa
de miseria, se había transformado en una verdadera casa de misericordia. Un
señor afirmó: “Estas mujeres, o son santas o son brujas” Esta casa está junto a la Casa Madre. Aún se conserva su fachada y las escaleras
que accedían al interior.
Viendo los buenos
resultados, en 1851, el ayuntamiento encargó a la Madre la dirección de una
escuela pública en la ciudad de Tortosa. Fue uno de los mejores centros
educativos de la provincia de Tarragona. Mª Rosa, en este tiempo de revuelo y
problemas se preparó y se examinó para obtener el título de maestra. Con sus
visitas diarias, estaba al frente de la escuela, animando y orientando a
hermanas y alumnas. Si pasaremos por la
calle donde estuvo esta escuela veremos lo que queda de la fachada de lo que
fue, en el mismo lugar años después, un instituto. Justo en frente podremos ver
lo que fue la escuela privada que abrimos tras abandonar la escuela pública en
la que no podíamos ofrecer a las niñas la educación cristiana que deseábamos
para ellas. Ya en
ausencia de la Madre,
este colegio privado se trasladó a la calle De la Rosa. Y actualmente, las hermanas siguen comprometidas con la
educación en un colegio en Tortosa. En 1852, nos llamaron desde el hospital de Tortosa,
cuya precaria asistencia y fuerte descuido de los enfermos, reclamaban la
presencia de corazones caritativos. Actualmente
el hospital está en una parte de la antigua casa de Misericordia. Y lo que
antes era el Hospital, son ahora los juzgados.
Cada día, Mª Rosa Molas
cruzó el puente de Barcas para llevar el
amor de Dios de la Casa
de Misericordia de Jesús al Hospital y la Escuela de Tortosa. Recorrió a diario un camino
polvoriento y unas calles empinadas para visitar las tres casas. Y sus pasos,
sus gestos, sus palabras… ella, fueron el testimonio de una Presencia, la de
Dios.Estando en Tortosa, Mª
Rosa Molas y todas nosotras verificamos algo que veníamos sospechando desde
hacía tiempo, la
Corporación a la que pertenecíamos estaba totalmente separada
de la Iglesia,
Sor Estivill, nuestra Superiora General entonces, había roto todo vínculo con la Iglesia, dos años antes de
que la Madre
hubiera ingresado en la
Corporación de Reus, en la que estuvo 16 años. En Mª Rosa había
un deseo de cumplir la voluntad de Dios manifestada en el sentir de la Iglesia. Intentó
primero que la Corporación
se uniera a la Iglesia
pero sus esfuerzos de reconciliación no fueron aceptados.No pudiendo sufrir por más
tiempo esta orfandad espiritual en la que nos encontrábamos, nos reunimos y
tomamos la difícil decisión de romper con la Corporación de Reus e iniciar una nueva fundación. Las cosas sucedieron así: El 14 de marzo de 1857 las 12 hermanas de Tortosa
solicitamos la acogida, protección y dirección espiritual de la Iglesia.El 2 de Abril, el ayuntamiento nos confirmó que
podíamos permanecer en los lugares donde ejercíamos nuestra misión. Es decir,
en la Casa de la Misericordia, el
Hospital y la Escuela.Y uno de los días más emocionantes fue el 14 de
Noviembre de 1858, en el que recibimos oficialmente el nombre de la Congregación: a partir de entonces seríamos Hermanas
de Ntra. Sra. de la
Consolación.
El resto de la vida de la Madre transcurrió en Tortosa,
donde encarnó para los más necesitados la misericordia de Jesús día a día, pero
también abrió nuevas casas fuera de esta ciudad. Y aunque el 11 de Junio de
1876 abandonó este mundo, a partir de aquel día vive con más intensidad. En las
Hermanas de la Consolación
y en todas aquellas personas que comparten el carisma. Quienes siguen sus
huellas nunca están solos, nunca actúan solos. La Madre va siempre, está
siempre con ellos, de una forma natural. Sencillamente la Madre está, la Madre sale al paso siempre,
camina codo a codo con ellos.
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