A veces la vida nos lleva por caminos dificiles, nos hace vivir experiencias de tristeza; la muerte de alguien querido, la enfermedad de quien amamos, la incomprensión de otros... Pero como Consuela dormirse sabiendo que el Señor es el guardian de nuestra Vida...
Señor, ayúdame a vivir seguro de que Tú eres
para mí guardián que nunca duerme, almena y escudo que me defiende, manos en
cuya palma está escrito mi nombre.
Quiero
avanzar ha ia lo desconocido contando no con mis propias fuerzas, sino con la
que me da la fe de que Tú sostienes a todos los que se atreven a fiarse de ti.
Que
tu palabra disipe todo lo que en mi cause cualquier temor, angustia o ansiedad,
que me atreva a entregarte una confianza total, seguro de que esa firmeza que
me ofreces no es una recompensa a mi esfuerzo, ni se deja conquistar, sino que
es un don que Tú concedes gratuitamente a quien se atreve a fiarse de ti en
medio de las tormentas de la vida.
Haz
que cuente siempre con tu presencia, que me fíe de ti antes de recibir signos,
que acepte los medios débiles que Tú me ofreces y que recuerde siempre que eres
Tú la Roca firme en la que se asienta mi debilidad y que sólo en ella voy a
encontrar la fortaleza que necesito para construir mi propia existencia y para
sostener y apoyar a otros.
“¡Cuánto
te amo, Señor, mi fortaleza!
Señor,
mi peña, mi alcázar, mi libertador, Dios mío, roca mía, refugio mío!
¿Mi
fuerza salvadora, mi baluarte famoso!
Señor,
Tú enciendes mi lámpara; Dios mío Tú alumbras mis tinieblas. Fiado en ti me
meto en la refriega, fiado en mi Dios asalto la muralla. Dios me ciñe de valor
y hace perfecta mi conducta: Ensanchaste el camino ante mis pasos, y no
flaquearon mis tobillos; me ceñiste de valor para la lucha, doblegaste a los
que se me resistían; ¡Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios
y Salvador!” (Del salmo 18).
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