El Sábado 7 de septiembre, a las
cinco de la tarde, vivimos uno de esos momentos en la historia que sólo pueden
calificarse como extraordinarios. Extraordinarios no solo porque Virginia Barea
y Mª Carmen Alfonso, dos hermanas jóvenes, digan al Señor; "Si para toda
la vida" sino porque prometen fidelidad al Señor hoy para cumplirlo
mañana, cuando los sentimientos pueden ser distintos de los que abrigan en la
actualidad. Por eso prometer implica siempre riesgo, y a la vez ese riesgo
constituye grandeza del que sabe prometer y cumplir lo prometido. Prometer
supone estar siempre por encima de los avatares del tiempo y sobrevolarlos con
soberanía de espíritu.
Hacer
a Dios por todo el tiempo de sus vidas, los votos de castidad, pobreza y
obediencia, según las Constituciones de la Congregación, no es otra cosa que
vivir como Jesús vivió, es configurarse de tal modo con Cristo que uno no sepa
dónde empieza Él y donde acabas tu...Decimos que "no es otra cosa",
como si fuese tan fácil el vivir la vida que Jesús vivió que no necesitase de
nuestra parte ese "humilde y perseverante esfuerzo por fijar en El la
mente y el corazón..."
"Atraída por la fuerza del Amor de Cristo, prometo seguirle en
comunión fraterna con mis hermanas..." Sólo desde la fuerza del Amor de
Cristo nuestra vida tiene un sentido de plenitud, un sabor a entrega generosa y eterna, llueva o
salga el sol, sólo se puede ser fiel cuando no se convierte en aguantar sino en
crear todos los días aquello que uno prometió un día.
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