miércoles, 20 de marzo de 2013

Carta del cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, a los Catequistas de la Arquidiócesis (21 de agosto de 2012)


“En aquellos días, 

María partió y fue sin demora 

a un pueblo de la montaña de Judá. 

Entró en la casa de Zacarías 

y saludó a Isabel…” (Lc. 1, 39)

Queridos catequistas: 

Ya es costumbre de muchos años que, ante la proximidad de la fiesta de San Pío X, les escriba una carta. Por medio de ella quiero saludarlos en su día, agradecerles el trabajo silencioso y fiel de cada semana, la capacidad de hacerse samaritanos que hospedan desde la fe, siendo rostros cercanos y corazones hermanos que permiten trasformar, de alguna manera, el anonimato de la gran ciudad. 

Este año, el día del catequista nos encuentra ante un acontecimiento de gracia que ya empezamos a gustar. Dentro de dos meses comenzará el Año de la Fe que nuestro Papa Benedicto XVI ha convocado para “iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo…” (Carta Apostólica Porta Fidei, PF 2) 

Será ciertamente un año jubilar. De ahí la invitación que el mismo Papa nos hace a atravesar la “Puerta de la Fe”. Atravesar esta puerta es un camino que dura toda la vida pero que en este tiempo de gracia todos estamos llamados a renovar. Por esto me nace en este año exhortarlos, como pastor y como hermano, a que se animen a transitar el tiempo presente con la fuerza transformadora de este acontecimiento. 

Todos recordamos la invitación tantas veces repetidas del Beato Juan Pablo II: “Abran las puertas al Redentor”. Dios nos exhorta nuevamente: Abran las puertas al Señor: la puerta del corazón, las puertas de la mente, las puertas de la catequesis, de nuestras comunidades… todas las puertas a la Fe. 

En este abrir la puerta de la fe hay siempre un sí, personal y libre. Un sí que es respuesta a Dios que toma la iniciativa y se acerca al hombre para entablar con él un diálogo, en que el don y el misterio se hacen siempre presentes. 

Un sí que la Virgen Madre supo dar en la plenitud de los tiempos, en aquella humilde aldea de Nazareth, para que se empezara a entretejer la alianza nueva y definitiva que Dios tenía preparada, en Jesús, para la humanidad toda. 

Siempre nos hace bien volver nuestra mirada a la Virgen. Más a quienes, de una u otra manera, se nos confía la tarea de acompañar la vida de muchos hermanos, y así juntos, poder decirle sí a la invitación de creer. 

Pero la catequesis se vería seriamente comprometida si la experiencia de la fe nos dejara encerrados y anclados en nuestro mundo intimista o en las estructuras y espacios que con los años hemos ido creando. Creer en el Señor es atravesar siempre la puerta de la fe que nos hace salir, ponernos en camino, desinstalarnos... No hay que olvidar que la primera iniciación cristiana que se dio en el tiempo y en la historia culminó en misión... que tuvo las características de visitación. Con toda claridad nos dice el relato de Lucas: María se puso en camino con rapidez y llena del Espíritu. 

La experiencia de la Fe nos ubica en Experiencia del Espíritu signada por la capacidad de ponerse en camino... No hay nada más opuesto al Espíritu que instalarse, encerrarse. Cuando no se transita por la puerta de la Fe, la puerta se cierra, la Iglesia se encierra, el corazón se repliega y el miedo y el mal espíritu “avinagran” la Buena Noticia. Cuando el Crisma de la Fe se reseca y se pone rancio el evangelizador ya no contagia sino que ha perdido su fragancia, constituyéndose muchas veces en causa de escándalo y de alejamiento para muchos. 

El que cree es receptor de aquella bienaventuranza que atraviesa todo el Evangelio y que resuena a lo largo de la historia, ya en labios de Isabel: “Feliz de ti por haber creído”, ya dirigida por el mismo Jesús a Tomás: “¡Felices los que creen sin haber visto!” 

Es bueno tomar conciencia de que hoy, más que nunca, el acto de creer tiene que trasparentar la alegría de la Fe. Como en aquel gozoso encuentro de María e Isabel, el Catequista debe impregnar toda su persona y su ministerio con la alegría de la Fe. Permítanme que les comparta algo de lo que los Obispos de la Argentina escribimos hace unos meses en un documento en el que bosquejamos algunas orientaciones pastorales comunes para el trienio 2012-2015: 

La alegría es la puerta para el anuncio de la Buena Noticia y también la consecuencia de vivir en la fe. Es la expresión que abre el camino para recibir el amor de Dios que es Padre de todos. Así lo notamos en el Anuncio del ángel a la Virgen María que, antes de decirle lo que en ella va a suceder, la invita a llenarse de alegría. Y es también el mensaje de Jesús para invitar a la confianza y al encuentro con Dios Padre: alégrense. Esta alegría cristiana es un don de Dios que surge naturalmente del encuentro personal con Cristo Resucitado y la fe en él”.

Por eso me animo a exhortarlos con el Apóstol Pablo: Alégrense, alégrense siempre en el Señor… Que la catequesis a la cual sirven con tanto amor esté signada por esa alegría, fruto de la cercanía del Señor Resucitado (“los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor”, Jn. 20,20), que permite también descubrir la bondad de ustedes y la disponibilidad al llamado del Señor… 

Y no dejen nunca que el mal espíritu estropee la obra a la cual han sido convocados. Mal espíritu que tiene manifestaciones bien concretas, fáciles de descubrir: el enojo, el mal trato, el encierro, el desprecio, el ninguneo, la rutina, la murmuración, el chismerío… 

La Virgen María en la visitación nos enseña otra actitud que debemos imitar y encarnar: la cercanía. 

Ella literalmente se puso en camino para acortar distancias. No se quedó en la noticia de que su parienta Isabel estaba embarazada. Supo escuchar con el corazón y por eso conmoverse con ese misterio de vida. La cercanía de María hacia su prima implicó un desinstalarse, no quedarse centrada en ella, sino todo lo contrario. El sí de Nazaret, propio de toda actitud de fe, se transformó en un sí que se correspondió en su actuar… Y la que por obra del Espíritu Santo fue constituida Madre del Hijo, movida por ese mismo Espíritu se transformó en servidora de todos por amor a su Hijo. Una fe fecunda en caridad, capaz de incomodarse para encarnar la pedagogía de Dios que sabe hacer de la cercanía su identidad, su nombre, su misión: “y lo llamará con el nombre de Emanuel” 

“El Dios de Jesús se revela como un Dios cercano y amigo del hombre. El estilo de Jesús se distingue por la cercanía cordial. Los cristianos aprendemos ese estilo en el encuentro personal con Jesucristo vivo, encuentro que ha de ser permanente empeño de todo discípulo misionero. Desbordado de gozo por ese encuentro, el discípulo busca acercarse a todos para compartir su alegría. La misión es relación y por eso se despliega a través de la cercanía, de la creación de vínculos personales sostenidos en el tiempo. El amigo de Jesús se hace cercano a todos, sale al encuentro generando relaciones interpersonales que susciten, despierten y enciendan el interés por la verdad. De la amistad con Jesucristo surge un nuevo modo de relación con el prójimo, a quien se ve siempre como hermano. (CEA, Orientaciones pastorales para el trienio 2012-2015)

Cercanía que, me consta, se hace presente muchas veces en los encuentros catequísticos de Ustedes, en la diversas edades en que les toca acompañar los procesos de fe (niños-jóvenes-adultos). Pero siempre se nos puede filtrar el profesionalismo distante, la desubicación de creernos los “maestros que saben”, el cansancio y fatiga que nos baja las defensas y nos endurece el corazón... Recordemos aquello tan hermoso de la 1° Carta de Pablo a los cristianos de Tesalónica: “…fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la buena noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos.” (1Tes. 2, 7-8) 

Pero además, les pido que, no vean reducido su campo evangelizador a los catequizandos. Ustedes son privilegiados para contagiar la alegría y belleza de la Fe a las familias de ellos. Háganse eco en su pastoral catequística de esta Iglesia de Buenos Aires que quiere vivir en estado de misión. 

Miren una y mil veces a la Virgen María. Que ella interceda ante su Hijo para que les inspire el gesto y la palabra oportuna, que les permita hacer de la Catequesis una Buena Noticia para todos, teniendo siempre presente que la “Iglesia crece, no por proselitismo, sino por atracción”. 

Soy consciente de las dificultades. Estamos en un momento muy particular de nuestra historia, incluso del país. El reciente Congreso Catequístico Nacional realizado en Morón fue muy realista en señalar las dificultades en la transmisión de la fe en estos tiempos de tantos cambios culturales. Quizás en más de una oportunidad el cansancio los venza, la incertidumbre los confunda e incluso lleguen a pensar que hoy no se puede proponer la fe, sino solamente contentarse con transmitir valores… 

Por eso mismo, nuestro Papa Benedicto XVI nos invita a atravesar juntos la puerta de la Fe. Para renovar nuestro creer y en el creer de la Iglesia seguir haciendo lo que ella sabe hacer, en medio de luces y sombras. Tarea que no tiene origen en una estrategia de conservación, sino que es raíz de un mandato del Señor que nos da identidad, pertenencia y sentido. La misión surge de una certeza de la fe. De esa certeza que, en forma de Kerygma, la Iglesia ha venido trasmitiendo a los hombres a lo largo de dos mil años. 

Certeza de la fe que convive con mil preguntas del peregrino. Certeza de la fe que no es ideología, moralismo, seguridades existenciales… sino el encuentro vivo e intransferible con una persona, con una acontecimiento, con la presencia viva de Jesús de Nazareth. 

Por eso, me animo a exhortarlos: vivan este ministerio con pasión, con entusiasmo. 

La palabra entusiasmo (ενθουσιασμός) tiene su raíz en el griego “en-theos”, es decir: “que lleva un dios adentro.”Este término indica que, cuando nos dejamos llevar por el entusiasmo, una inspiración divina entra en nosotros y se sirve de nuestra persona para manifestarse. El entusiasmo es la experiencia de un “Dios activo dentro de mí” para ser guiado por su fuerza y sabiduría. Implica también la exaltación del ánimo por algo que causa interés, alegría y admiración, provocado por una fuerte motivación interior. Se expresa como apasionamiento, fervor, audacia y empeño. Se opone al desaliento, al desinterés, a la apatía, a la frialdad y a la desilusión. 

El “Dios activo dentro” de nosotros es el regalo que nos hizo Jesús en Pentecostés, el Espíritu Santo: “Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto.” (Lc 24, 49). Se realiza así lo anunciado por los profetas, “les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en ustedes.” [c] (Ez. 36, 26) (CEA, Orientaciones pastorales para el trienio 2012-2015)

El entusiasmo, el fervor al cual nos llama el Señor, bien sabemos que no puede ser el resultado de un movimiento de voluntad o un simple cambio de ánimo. Es gracia... renovación interior, transformación profunda que se fundamenta y apoya en una Presencia, que un día nos llamó a seguirlo y que hoy, una vez más, se hace camino con nosotros, para transformar nuestros miedos en ardor, nuestra tristeza en alegría, nuestros encierros en nuevas visitaciones… 

Al darte gracias de corazón por todo tu camino de catequista, por tu tiempo y tu vida entregada, le pido al Señor que te dé una mente abierta para recrear el diálogo y el encuentro entre quienes Dios te confía yun corazón creyente para seguir gritando que El está vivo y nos ama como nadie. Hay una estampa de María Auxiliadora que dice: [c]“Vos que creíste, ayudame!” Que Ella nos ayude a seguir siendo fieles al llamado del Señor… 

No dejes de rezar por mí para que sea un buen catequista. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Afectuosamente 

Card. Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires 

Buenos Aires, 21 de Agosto de 2012

jueves, 14 de marzo de 2013

Habemus Papa. Jorge Mario Bergoglio

La mayor multitud jamás reunida en la plaza de San Pedro para saludar a un nuevo Papa recibió con un aplauso atronador el anuncio de la elección del cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio como Francisco I.
La primera reacción de la plaza fue un «¡Noooo!”, pero poco después comenzaron los gritos de “¡Francesco! ¡Francesco!».
Como su estatura no es muy alta, le pusieron una peana cuando se asomó al balcón, con un aspecto serio que recordaba a Pio XII pero más sonriente. Su primer saludo fue: «Fratelli e sorelle, buona sera!». A continuación, también en italiano, comentó con sencillez que la ciudad tenía un nuevo obispo: «Mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo. Os agradezco la acogida».
A continuación vino la primera sorpresa: «Antes de nada querría hacer una oración por nuestro obispo emérito, Benedicto XVI, Recemos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo custodie. Padre Nuestro…». Era una continuidad visible.
El Papa Francisco I explicó que «comenzamos un camino de fraternidad, de amor, de confianza. Recemos para que haya una gran fraternidad en todo el mundo», y especialmente «en esta bella ciudad».
Enseguida llegó la segunda sorpresa: «Antes de dar la bendición os pido un favor, que pidáis al Señor la bendición para su obispo. Hagamos en silencio esta oración vuestra por mí». Inclinado humildemente, el Papa Francisco I espero un momento. Luego le colocaron la estola y comenzó su primera bendición «Urbi et Orbi».
Es el primer Papa americano al cabo de quinientos años desde la evangelización del Nuevo Mundo. No figuraba en las «quinielas» de «papables», pero sí estaba en el corazón de los electores.
Se despidió anunciando que al día siguiente iría a rezar a la Virgen y con un sencillo: «Buenas noches y buen descanso». Era ya una presencia familiar. Un Papa sencillo, un Papa «de casa».
El jesuita argentino de 76 años fue elegido al quinto escrutinio, y es el Papa número 266, incluyendo como primero a Pedro de Betsaida. Recibió una mayoría de dos tercios de votos de 115 cardenales electores, de 48 nacionalidades, reunidos durante dos días en la Capilla Sixtina. Había sido el más votado en el Cónclave de abril del 2005 después de Joseph Ratzinger.
La espera, desde la fumata blanca hasta el anuncio del nombre, fue un poco más larga que en ocasiones anteriores, pero por fin, a las 20.12, el cardenal protodiácono, Jean-Louis Tauran, enfermo de Parkinson, apareció en el balcón para anunciar: «Habemus Papam!». La fumata blanca se había asomado con fuerza a las 19.06 -acompañada enseguida del repique de todas las campanas-, al cabo de una jornada de lluvia que no fue capaz de frenar el entusiasmo de los fieles, que en ese momento llenaban ya la plaza de San Pedro. El entusiasmo y el tremolar de banderas fueron simultáneos y eléctricos.

«¡Viva el Papa!»

Fue una alegría incontenible, con gritos de «¡Viva el Papa!» en todos los idiomas, antes de conocer su nombre. En la plaza había una presencia masiva de jóvenes, y a medida que iban llegando los romanos descubrían que tenían que quedarse en Via della Conciliazione, pues la plaza estaba ya abarrotada.
Durante horas, el público había estado observando la gaviota de turno posada sobre la chimenea. Cada vez que el pájaro se iba era una falsa alarma de fumata. Uno o dos minutos después, otra gaviota tomaba esa posición, como si les gustase la luz de los reflectores y el momento de fama.
Veinticinco minutos después de la fumata blanca, la banda de la música de la Gendarmería vaticana irrumpía también en la plaza al son de una de sus marchas, seguida de la Guardia Suiza, que formaba un piquete de honor para recibir al nuevo Papa. Unos minutos después llegaba la banda de los Carabinieri con una tonadilla alegre y pegadiza. Detrás de ellos, la Marina Italiana, la Aviación, el alcalde de Roma, Gianni Alemanno. ¡Era la mayor fiesta del año para la ciudad de Roma y para el mundo!
El entusiasmo era indescriptible en la plaza y esta vez era mundial, pues la fumata había sido seguida por televisión en directo e Internet en todo el planeta. En cuanto se vio claro que era blanca, se desencadenó una oleada de tuits: del Pontificio Consejo de Comunicaciones Sociales y de diócesis de todo el planeta. La fiesta era, enseguida, mundial. Era la alegría de la «Ciudad y el mundo», que el Papa iba a bendecir «Urbi et Orbi» desde el balcón de la basílica de San Pedro.
Era otro día de gran fiesta para el Pescador de Galilea. Y, en Castel Gandolfo, de gran satisfacción para Benedicto XVI. Es la décima vez, en la historia de la Iglesia, que hay un relevo en vida del Papa anterior. La transición ha sido perfecta. Como quería Benedicto XVI, el timón de la nave ha pasado a manos más jóvenes y más fuertes.

martes, 12 de marzo de 2013

El Padre Bueno


El texto del Evangelio de Lucas que corresponde a este 4º domingo de cuaresma, deja claro que el Dios de que habla es un Dios de misericordia que da la bienvenida a los pecadores arrepentidos y los acoge. Tratar y comer con gente de mala reputación no contradice su enseñanza sobre Dios, al contrario, hace que esa enseñanza se pueda vivir en la vida diaria. Si Dios perdona a los pecadores, aquellos que tienen fe tendrán que hacer lo mismo. Si Dios acoge a los pecadores en su casa, aquellos que confían en Dios también tendrán que hacerlo. Si Dios es misericordioso, los que aman a Dios tendrán que ser misericordiosos.
El Dios que Jesús anuncia, y en el nombre del cual actúa, es el Dios de la misericordia, el Dios que se ofrece como ejemplo y modelo de comportamiento humano. Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso. Ese es el núcleo del mensaje del Evangelio. Estamos llamados a amar a los seres humanos del mismo modo que Dios ama. Para llegar a ser como el Padre, Jesús es el modelo que tenemos que seguir. Su persona es más importante que el contexto de la parábola y de la parábola en sí. Es el verdadero Hijo del Padre. En él habita toda la plenitud de Dios. Todo el conocimiento de Dios reside en él, toda la gloria de Dios permanece en él; todo el poder de Dios le pertenece. Su unidad con el Padre es tan íntima y compartida que ver a Jesús es ver al Padre. Muéstranos al Padre, le dice Felipe. Jesús responde: Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. Jesús nos enseña en qué consiste la verdadera condición de hijo. Es el hijo pequeño sin ser rebelde. Es el hijo mayor sin ser rencoroso. Es obediente al Padre en todo, pero no es su esclavo. Escucha todo lo que le dice el Padre. Pero eso no lo convierte en su criado. Hace todo lo que el Padre le dice que haga, pero es completamente libre. Lo da todo y lo recibe todo. Todo lo que el Padre hace, lo hace igualmente el Hijo.
EVANGELIO (Lc 15, 1-3; 11-32) El Padre Bueno, el hijo Prodigo...
En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos:
- Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su adre: Padre, dame la parte que me toca de la fortuna. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces se dijo: Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros. »
Se puso en camino a donde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
- Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo
Pero el padre dijo a sus criados:
- Sacad en seguida el mejor traje, y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Este le contestó:
- Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud.
El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre.
- Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado
El padre le dijo:
- Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado.
Extraido de: Dad. www.Camilos.es

sábado, 9 de marzo de 2013

Entrevista a Carlos Amigo, Cardenal

«La Iglesia no debe buscar el poder ni el aplauso»
 CARLOS AMIGO
El Mundo
El arzobispo emérito de Sevilla es un veterano en esto de elegir Papas. Con porte de príncipe de la Iglesia y voz de locutor, este franciscano de 78 años tiene claro el perfil del sucesor de San Pedro. El cardenal Tarancón le llamaba 'el amigo Amigo'. Un gran apellido para ser Papa, aunque él dice que no es papable.
Pregunta.- ¿Qué opina sobre la renuncia de Benedicto XVI?
Respuesta.-En un principio fue una gran sorpresa. Cuando me lo dijeron pensé que me tomaban el pelo. Luego vi la coherencia de una persona que no puede prestar su servicio a la Iglesia «adecuadamente». Es un gesto muy valiente que ha sido aplaudido por unos y otros.
P.- Pero la prensa ha vinculado su dimisión con el caso Vatileaks.
R.-¿Se ha enterado usted a través de estos papeles de algún secreto de Estado importante? Hay una carta de uno de los obispos del Vaticano que dice al Papa: «Estoy preocupado por la administración de esto». Pero de ahí a suponer que hay un polvorín a punto de estallar...
 
P.- Entonces ¿por qué ha renunciado Benedicto XVI?
R.- Lo que ha influido [en su renuncia] no es lo que dejó atrás, lo que ha influido es lo que queda por venir. Las causas hay que mirarlas más en el futuro que en el pasado.
P.-Cuando el Papa habla de 'hipocresía religiosa', ¿a qué se refiere?
R.- A que en la Iglesia no debemos buscar el poder, el aplauso. Que no podemos buscar hacer carrera dentro de la vida eclesiástica. Pero cosas así claro que las hay, las ha habido y las seguirá habiendo por muy santa que sea la institución.
P.- ¿Qué perfil debe tener el futuro Pontífice?
R.- Tiene que ser una persona abierta y comunicativa, que lleve a Dios en la boca y en el corazón.
P.- Pero Benedicto XVI no era muy comunicativo…
R.- Los que le conocemos desde hace años sabemos que es una persona de gestos muy sencillos y de acciones tremendas.
P.- El Papa destapó muchos casos de pederastia. ¿Cree que han hecho daño a la Iglesia?
R.-Pues claro, es una cosa muy grave. Benedicto XVI lo dijo: «Tenemos que ajustarnos a la Justicia y al Derecho». Y ha dado normas para que este tipo de casos no vuelvan a repetirse. Ha dado normas precisas para la selección de candidatos, para cortar las cosas antes de que puedan producirse.
P.- ¿Debe el cardenal Mahony asistir al Cónclave?
R.-Los cardenales tienen la obligación del ir mientras lo sean. Sólo el Papa puede quitar el capelo cardenalicio.
P.- ¿Qué Papa necesita la Iglesia en este momento?
R.- Lo que no podemos caer es en la trampa de un solucionador de los temas inmediatos. Porque lo que hoy es un problema, mañana no lo es. No necesitamos un técnico o un solucionador de problemas.
P.- ¿Y está la Iglesia preparada para un Papa del Hemisferio sur?
R.- La Iglesia está preparada para recibir a un timonel y le importa un comino el color de la cara.
P.- ¿Se habla de algún candidato más que de otro?
R.- He hablado estos días con los cardenales y comentamos: «¿De quién se habla, de quién no se habla?». Estas cosas. Pero una vez comience el Cónclave no se podrá hablar de nada.
P.- ¿Con qué tres pecados se va a encontrar el nuevo Pontífice en la Iglesia?
R.- Uno, asustarnos mucho ante el trabajo que tenemos que hacer como si Dios no existiera. Dos, pensar que la Iglesia comienza con nosotros. Y tres, el pecado de pensar que somos un grupo técnico que debe resolver los problemas. La Iglesia existe para evangelizar y de lo contrario no tiene razón de ser.
P.- ¿Y qué opina de la sustitución del banquero de Dios?
R.- ¿Conoce usted algún banco en el que el director sea vitalicio?
P.- Reconozca que hay falta de transparencia en el caso Vatileaks.
R.- Dígame: ¿dónde está la falta de transparencia? Una cosa es que haya pasado y otra cosa es que haya pasado lo que se dice. A este señor [el mayordomo] le ha juzgado ya el tribunal del Estado Vaticano.
P.- Pero no es creíble que actuara sólo con ese perfil...
R.- Pero para hacer dos fotocopias, ¿hace falta un complot? Cada uno es libre de imaginar, pero la Historia no se escribe con imaginación sino con el documento.
P.- ¿Ha pensado a quién votar?
R.-No, hay que estar atento a la voz del Espíritu Santo, que habla por mediaciones humanas.
P.- ¿Conoce a todos los candidatos del Cónclave?
R.- Nos conocemos todos de sobra y tenemos mucha relación.
P.- ¿Y no se hacen grupos a favor de un cardenal concreto?
R.- No. Ésa es mi experiencia del último Cónclave o será que por mi carácter no me presto a estas cosas. Unos te dicen: «Éste está cerca del Opus Dei, éste está cerca de Comunión y Liberación…». Bueno, todos saben que yo soy franciscano...
P.- ¿Y ve alguna oportunidad para los purpurados españoles?
R.- En lo que respecta a un servidor, ninguna en absoluto. Ni posibilidad ni deseo [risas].

viernes, 8 de marzo de 2013

La fuerza del Amor


M Carmen Fernandez - Boletin de Pastoral Familiar LAICONET


La familia española está sufriendo una serie de cambios que no sabemos qué consecuencias tendrá en el futuro. La inestabilidad en que se encuentran muchos matrimonios, la facilidad con que se rompen, son aspectos preocupantes.

Es frecuente oír decir que el matrimonio es una cuestión de amor. Si se acaba el amor, se acaba el matrimonio. Depende de lo que se entienda por amor. Si por amor entendemos el enamoramiento, este por muy maravilloso que sea, es demasiado frágil y quebradizo. Basar el amor exclusivamente en los sentimientos es trivializar el matrimonio. Los sentimientos cambian continuamente dependiendo de muchos factores: cansancio, estrés, estados de ánimos…

Es evidente que los sentimientos están relacionados con el amor y también es cierto que el crecimiento en el amor, necesita un buen clima emocional. Sería por tanto fatal identificar amor con sentimientos. Pero sería igualmente fatal para una relación amorosa la ausencia de sentimientos cálidos y afectuosos que apoyen el amor. El enamoramiento es el principio, el empujón, es la chispa que inicia un proceso que paulatinamente ha de dar paso a la maduración del amor, al AMOR con mayúsculas.

El verdadero amor es aquél que es entendido más que como mero sentimiento, como un encuentro que implica la voluntad y el entendimiento. (Deus Caritas est 17) El amor conyugal conlleva el comprender al otro, compartir sus preocupaciones y sus proyectos, buscar su bien y su felicidad, alegrarse con él, sufrir con él, crecer con él, entregarse del todo a él.

El amor conyugal es reciproco, es acogida y entrega a una persona a la vez que esa persona te acoge y se entrega a ti. Es el amor que ama del todo al otro y a la vez cuenta con todo el amor del otro, confía y se apoya en el otro y, a pesar de las dificultades que van surgiendo a lo largo del tiempo, se mantiene ilusionado y comprometido.

Este amor no nace por inercia, hay que ir construyéndolo día a día. Cuando una persona se va llenando de amor no solo crece su capacidad de amor hacia el otro, sino también su capacidad de amar. El amor pide siempre respuesta, pero el cónyuge se puede encontrar con que la persona amada no responde como él esperaba, pudiendo sentirse traicionado, decepcionado, no correspondido porque no encuentra una respuesta en la persona amada. La vida matrimonial exige una actitud de comprensión de la debilidad del otro, de paciencia, de disponibilidad para la reconciliación. Casarse con una persona es estar dispuesto a perdonarle siempre, todas las veces que sea necesario y olvidar la ofensa. La infidelidad, el enfriamiento, la ruptura no es algo que sucede de pronto, de manera imprevista. Es siempre algo que se viene gestando día a día cuando la relación se va contaminando de egoísmo, pequeñez, resentimientos, interés, venganzas, rechazos…

Sólo por la fuerza del AMOR se llegará a realizar el proyecto de matrimonio y familia feliz gestado y soñado en lo más profundo de dos personas que deciden compartir sus vidas para siempre.

jueves, 7 de marzo de 2013

Cuaresma, un tiempo para mirar


  • La Cuaresma es un tiempo para mirar. Esta es la propuesta que me brota por dentro. Es un tiempo para convertir la mirada al estilo de Jesús, para pasar esta temporada fijándonos en lo que vivimos, en aquellas cosas que forman parte de nuestra vida.
    La Iglesia nos propone el ayuno. No sé si la novedad está en reducir lo que comemos, lo que ingerimos casi por intuición mecánica. Pero también el ayuno tiene que ver con la mirada. Con mirarse a uno mismo. Con fijarse en aquello que nos alimenta. El ayuno, puede ser quizás, la práctica de mirarnos con más compasión. O con quitarnos de nosotros aquella mirada que nos destroza por dentro. Que nos hace daño. Que nos impide ser nosotros mismos.
    La otra propuesta es la limosna. Dar lo que tenemos; no lo que nos sobra, se nos recuerda. Pero dar limosna tiene que ver con cómo miramos a los que tenemos al lado. Tiene que ver con regalar al otro una mirada de consuelo, de acogida, de sonrisa. Una mirada que transmita en este tiempo que la Vida con mayúscula es posible. Esto es darte.
    Y cómo no, la propuesta por excelencia para este tiempo. Esa que no podemos olvidar. La oración. Y ahora, va uno y hace un poco de silencio. Deja retumbar dentro de sí la pregunta ¿y tú desde dónde miras? Lo que la Iglesia nos propone para la Cuaresma es que seamos capaces de mirar desde Dios. Que fijándonos en el Señor Jesús, seamos capaces de mirarnos con más bondad, de mirarles con más cariño.
    Cuaresma es un tiempo para dejarnos mirar por Dios, para descubrir la mirada en cada hermano y aprender nosotros a mirar como Dios mira… porque una mirada suya, bastará para convertirme y creer en el evangelio, en Buena Noticia.
  • David Cabrera sj...http://www.pastoralsj.org